Hoy, en 2010, la esclavitud infantil aumenta a cada instante. A comienzos del siglo XXI son más de 400 millones los niños esclavizados en el mundo. Miles de niños viven hoy tras el humo de los basureros, niños que son pescadores de perlas, que trabajan en las minas para producir nuestros productos cosméticos, secuestrados para ser niños soldado, utilizados en el comercio de órganos, en los prostíbulos, en talleres de manufacturas, sin infancia, sin educación, sometidos, esclavizados, humillados. Nuestras casas, nuestras calles, los centros comerciales, nuestro consumo muestran a diario productos elaborados con las manos de los niños esclavos.

El trabajo de los niños supone el 10% de la fuerza laboral mundial. Aumenta la esclavitud infantil y aumenta el paro adulto, dos caras de la misma moneda.

El sistema político, con los grandes organismos internacionales (ONU, OIT...) y todos los partidos con representación parlamentaria legitiman esta situación y no han hecho nada para acabar con este crimen.

También es causa de este drama un sindicalismo de los países enriquecidos, que ha traicionado su historia de lucha solidaria con su silencio ante la esclavitud infantil, manifestando su complicidad y su insolidaridad con los trabajadores empobrecidos, de la misma manera han hecho hasta ahora con los cinco millones de parados.