LA OPEP estima que la demanda de petróleo se redujo un 1,6% en 2009 debido a la caída de la actividad industrial que provocó la crisis de la economía global, y para 2010 prevé que la necesidad de petróleo aumentará en 800.000 barriles diarios, con un consumo de 85,1 millones de barriles al día, debido a las dudas que generan los problemas de algunos países de la eurozona como Grecia y la corrección de los mercados de renta variable, la subida del dólar y las dudas sobre el ritmo de recuperación de la economía mundial que estarán lideradas por países emergentes como China, pues para 2010 China incrementará su demanda petrolera en 0,4 millones de b/d, (número que significa un 50% del total del incremento mundial de consumo petrolero para este año y le convertiría en el segundo consumidor mundial).
Según la Asociación para el Estudio del Petróleo y el Gas, la producción mundial de petróleo habría iniciado ya su declive, fenómeno que se explica por medio de los métodos de análisis del geólogo King Hubbert sobre la producción de petróleo de los Estados Unidos, método conocido como la curva de Hubbert. La producción actual de petróleo proviene en más de un 60% de campos maduros (que tienen más de 25 años de ser explotados de manera intensiva), por lo que las nuevas prospecciones se realizan en regiones más remotas, con mayor coste productivo y menor rentabilidad, amenazando en muchas ocasiones a reservas y parques naturales, y siendo el desfase entre el consumo mundial y los descubrimientos de nuevas explotaciones abismal, en una proporción de 4 a 1. Así, en el caso de Rusia, en el primer trimestre de 2009 la producción bajó un 0,3% y los efectos colaterales de este declive productivo serán especialmente severos pues llevará aparejada una constricción de las exportaciones todavía mayor, con lo que la UE, que consume el 30% del petróleo ruso, deberá acostumbrarse al chantaje energético de Putin.
El estancamiento del precio del crudo (a pesar de los sucesivos recortes de producción por parte de la OPEP) debido a la severa contracción de la demanda mundial y a la huida de los brokers especulativos, imposibilitará a los países productores conseguir precios competitivos (rondando los 90 dólares) que permitirían la necesaria inversión en infraestructuras energéticas y búsqueda de nuevas explotaciones, y podrían dibujar un escenario de estrangulamiento de la producción mundial del crudo, una vez superada la actual crisis económica global en el horizonte de 2018.
Ello originará presumiblemente una psicosis de desabastecimiento y el incremento espectacular del precio del crudo que tendrá su reflejo en un salvaje encarecimiento de los fletes de transporte y de los fertilizantes agrícolas, lo que, aunado con la aplicación de restricciones a la exportación de los principales productores mundiales para asegurar su autoabastecimiento, terminará por producir el desabastecimiento de los mercados mundiales, el incremento de los precios hasta niveles estratosféricos y la consecuente crisis alimentaria mundial.
Germán Gorraiz López