Con la llegada de la TDT -en esto al menos Álava sí fue pionera- nuestros televisores se han llenado de canales. ¡Y qué verdad es que la cantidad no implica necesariamente calidad! Pero bueno, creía yo que, al menos, ganaríamos en reflexión por parte de entendidos en ciertas materias aunque sólo fuera por la necesidad de llenar minutos. Pero aparte de series ñoñas y casposas, concursos telefónicos de los que ya he hablado aquí y que no entiendo cómo semejantes timos no están todavía prohibidos por la ley, teletiendas varias y reposiciones hasta el infinito, la nueva televisión nos ha traído algunos debates. Lamentablemente, los de carácter político carecen de credibilidad porque, salvo excepciones, a muchos de los periodistas que intervienen en los mismos hace ya tiempo que se les evaporó la esencia su profesión. Muchos han optado por venderse sin vergüenza ninguna a partidos políticos determinados y actúan en la tele como curas en sus púlpitos con la misión de imponer determinadas doctrinas. Y no me refiero sólo a Intereconomía, que conste. "Bueno, ya que no soporto a los del corazón y tampoco me puedo fiar ya del criterio de los profesionales a los que hasta hace poco consideraba serios, al menos nos entretendremos con las tertulias deportivas, que ésos sí dicen lo que les da la gana", pensaba yo. Pues tampoco, ya ven. Resulta que los periodistas se han puesto las camisetas de sus equipos y parlotean como auténticos forofos. ¿Quién es mejor, Messi o Ronaldo? Pues depende de si el periodista que responde es de Madrid o Barcelona. Puro rigor.
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