En Cataluña son varios ya los municipios que han prohibido las corridas de toros y la abolición de la tauromaquia ya ha atravesado las puertas parlamentarias. Puede ser que la política esté detrás, sí. También es cierto que calificar con palabras altisonantes a los taurinos, como se ha hecho recientemente desde algún blog, quizás sea excesivo, pero lo que en absoluto me parece apropiado es calificar de bella fiesta un espectáculo en el que el centro de atención es el maltrato animal y la sangre corre a raudales; permítaseme hablar cuando menos de falta de sensibilidad de quien lo apoya y/o justifica.
Las corridas de toros son, efectivamente, una tradición. Pero esto no significa que por el hecho de serlo se deban perpetuar, ya que algunas tradiciones pueden ser aberrantes. En los últimos tiempos, y en aras del buen juicio, se han prohibido por ley las peleas de gallos, las de perros e incluso la matanza pública del cerdo. En Lekeitio, el antzar jokoa se hace ya con gansos muertos. En materia de derechos, la sociedad avanza, aunque a pasos muy cortos. Hasta hace no muchas décadas, incluso los derechos de negros y mujeres eran una cuestión de debate. La abolición de la esclavitud no se produjo hasta 1888 y la mujer no pudo votar en Suiza hasta 1971. Lo deseable sería la defensa de los derechos de todos, independientemente de raza y sexo, y también especie.
Lamentablemente, quizás esto sea todavía una utopía actualmente, máxime cuando no terminamos de respetar ni siquiera los Derechos Humanos, pero estoy convencido de que, al igual que hoy en día nos parece increíble que pudieran haber ocurrido algunas atrocidades en tiempos pasados, en un futuro relativamente próximo también les parecerá inconcebible a las siguientes generaciones que hayamos consentido las corridas de toros hasta el siglo XXI.
¿Qué indicaría un sondeo o estudio en nuestra sociedad sobre el tema de las sangrientas corridas de toros? ¿Somos lo suficientemente civilizados? ¿Queremos que la cultura y la tortura convivan como forma de diversión? Las corridas de toros tienen que ser parte de nuestra historia, no de nuestro presente. Gandhi dijo una vez: "Un país, una civilización, se puede juzgar por la forma en que trata a sus animales".
Iñigo Gabarain Echeverría