Pasamos inadvertidos, somos los cadáveres desconocidos que la crisis va dejando en la cuneta a lo largo de su camino. Oficialmente somos trabajadores en activo, que tenemos un puesto de trabajo en alguna empresa y por ello un salario asignado. Pero las empresas en las que estamos no nos abonan lo estipulado.
Esto no figura en ninguna estadística, y por ello no existimos, no se toman medidas para solucionar nuestra situación, no se prevén ayudas para que podamos sacar adelante a nuestras familias, no se discute sobre nosotros en el Parlamento. Estamos en el limbo legal.
Los juzgados de lo social están saturados, pasa más de un año entre que se presenta una reclamación de cantidades y que ésta se pueda cobrar. Un año en el que el trabajador debe seguir acudiendo a su puesto de trabajo y lo más probable es que siga acumulando deudas.
Estamos en un vacío legal que nadie reconoce, somos almas en pena, en el purgatorio de la desidia política.