LA reunión que el lehendakari Patxi López y el líder del PP vasco Antonio Basagoiti han mantenido esta semana, la cuarta desde que se sellara el pacto de gobierno entre socialistas y populares para poner al primero en Ajuria Enea, no ha deparado mucho más que una foto de cordialidad. Más allá de la escenificación y la salud de su pacto que ambos reiteran repetidamente -excusatio non petita-, este cuarto encuentro tampoco ha servido para que ambos dirigentes definieran y expusieran a la sociedad vasca políticas claras y objetivos comunes para un gobierno cada vez más necesitado de liderazgo ante los desafíos que la crítica coyuntura de crisis plantea para las políticas económicas, sociales y el autogobierno. Y la reunión no sólo ha evidenciado la falta rumbo, sino que además el presidente del PP no ha perdido la ocasión de tirarle de las orejas al lehendakari haciendo valer su condición de socio preferente y reclamándole asignaturas pendientes del pacto en materia de ajuste del gasto público y de denfensa del modelo educativo de enseñanza en castellano. Ayer mismo, la sesión parlamentaria de la Cámara vasca puso en evidencia que los populares podrán ser socios en un pacto de hierro de mutuos intereses, pero que no van a renunciar el marcaje férreo al Gobierno socialista. Los portavoces del PNV mantuvieron un duro pulso ante la falta de liderazgo gubernamental, pero el PP también se sumó a las críticas, dejando al Ejecutivo del PSE acorralado y en una situación de debilidad. Las evidentes dificultades de los dos socios para dotarse de una estrategia común y su necesidad de marcar perfil político propio para paliar los efectos de su frentismo en un escenario marcadamente preelectoral les pone en un complicado equilibrio. De ahí que tras su cita del miércoles López y Basagoiti comparecieran por separado ante los medios de comunicación, en un intento de mantener una difícil tesitura que les permita resaltar las diferencias, pero manteniendo a la vez una entente en la que tienen que hacer de necesidad virtud con la perspectiva de poder repartirse el poder también después de 2011. Sin embargo, este juego de ni contigo ni sin ti deja al Gobierno Vasco sumido en una preocupante desorientación y falta de concreción en su acción política.