Estudio 2º de la ESO. Soy una Ni-Ni (ni trabajan, ni estudian, como apuntaba Santi Martínez en su tribuna publicada en DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA el pasado sábado 20 sobre el programa de La Sexta). Pero una Ni-Ni diferente: una Ni-Ni que ni entiende ni aprueba la mentalidad de algunas personas -no tantas como lo pintan en los medios de comunicación-, la de esa nueva generación que ha cambiado el convencional: ¿en qué vas a trabajar? por un: ¿en qué vas a perder el tiempo?

Se han propuesto derrochar hasta el último euro de sus parientes, dispuestos a vivir el momento a toda costa. Y lo peor es que, ahora, también pueden aprovecharse de La Sexta, que quiere conseguir audiencia ridiculizándolos, muy consciente de que el modelo de joven trabajador no vende. Pero, ¿es justo que nos metan a todos en ese mismo saco?

Los que escogen el camino fácil, que no se decantan por nada, que no se arriesgan sin la certeza de que sus proyectos lleguen a buen puerto, sólo constituyen el 15% de los menores de veintiocho años, frente a un 85% que sí tiene proyectos de futuro, que sí se arriesga, que se esfuerza por emanciparse.

Es cierto que no todos los universitarios se dedican a algo acorde con sus estudios (sólo un 40% de ellos lo hace), que no todos los que quieren trabajar pueden hacerlo (estando en plena crisis económica), que no todos los que montan un negocio consiguen que se mantenga a flote. Pero, al menos, tendrán la satisfacción de haberlo intentado, que supera con creces a la de haberse quedado intentando curar la resaca tras tres días de fiesta.

Para finalizar, me gustaría hacer un doble llamamiento. Por una parte, a la gente Ni-Ni para que se plantee que hay vida más allá de las discotecas, que puedes dedicarte a lo que quieras si te lo propones. Y por otra, a los medios de comunicación, para que muestren una imagen más realista de todos nosotros. Ni somos unos vagos drogadictos ni perfectos.