UNA reunión para concertar la próxima reunión. Así podría resumirse la primera cita de la comisión interministerial y los partidos con representación parlamentaria en las Cortes que la vicepresidenta económica del Gobierno, Elena Salgado, había definido previamente como Diálogo Político para la Recuperación del crecimiento económico y la creación de empleo, un título con demasiadas palabras para los tres folios de un guión tan general e indefinido como el que el Ejecutivo presidido por José Luis Rodríguez Zapatero había hecho llegar a las formaciones políticas doce horas antes. Esos antecedentes y el formato de la comisión ya cuestionaban la utilidad de la misma, pero su desarrollo generó incluso más interrogantes sobre su viabilidad y las verdaderas intenciones del Gobierno al convocarla, pese a conocer sobradamente la imposibilidad de lograr acuerdos globales entre formaciones que defienden iniciativas distintas y hasta contrapuestas. Josu Erkoreka lo definió claramente al término de la cita al señalar las "dificultades objetivas" para que "quienes proponer subir impuestos, quienes proponen bajadas de impuestos y quienes no quieren retocarlos" lleguen a un punto en común, aunque no llegó a pronunciar la idea que flotaba en el ambiente: el Gobierno podía haberse ahorrado la convocatoria e iniciar directamente las reuniones bilaterales con las que, a partir del lunes, tratará de acercar posturas. De hecho, la comisión sólo ha logrado potenciar la negativa sensación de que el Ejecutivo Zapatero sólo pretendería "una foto de sofá" como expresó gráficamente el portavoz de ERC, Joan Ridao, que dé continuación a la única política que ha desarrollado hasta la fecha contra la crisis y además con poco éxito: la de la imagen pública, a la espera de que sean otros quienes ejerzan la responsabilidad y planteen medidas que competen al Gobierno. Los vaivenes del Ejecutivo, con continuos anuncios de medidas que rectifica casi inmediatamente -las últimas, la revisión de los salarios de los funcionarios o las excepciones a la subida del IVA- acrecientan la percepción de que los socialistas están más centrados en paliar el desgaste electoral que en afrontar las consecuencias de la situación económica. y, al mismo tiempo y más grave, minan la ya mermada confianza de la sociedad en la eficacia de la clase política.
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