¿Trabajar para vivir o vivir para trabajar? Es ésta una pregunta muy en boga estos días, ya que la reforma laboral planteada por el Ejecutivo de Zapatero parece abocar a la sociedad española a la segunda opción, cuando lo ideal en todo estado de bienestar -dicen que es en el que estamos- sería la primera. No entro a valorar a aquellas personas que desean seguir en su empleo tras los 65, pues me parece de alabar si eso es lo que les gusta y lo que les hace desarrollarse como personas.
Pero para todos aquellos que tienen un puesto de trabajo que no les satisface -y aventuro que se trata de la mayor parte de la ciudadanía- alargar la edad de jubilación sólo supone incrementar el tiempo de padecimiento, ya que las horas dedicadas al ocio serán cada vez menos y, cuando por fin puedan jubilarse, se encontrarán en una edad en la que la salud será la que deba determinar si pueden disfrutar de ese tiempo.
¿Trabajar para vivir o vivir para trabajar? Es ésta una pregunta muy en boga estos días, ya que la reforma laboral planteada por el Ejecutivo de Zapatero parece abocar a la sociedad española a la segunda opción, cuando lo ideal en todo estado de bienestar -dicen que es en el que estamos- sería la primera. No entro a valorar a aquellas personas que desean seguir en su empleo tras los 65, pues me parece de alabar si eso es lo que les gusta y lo que les hace desarrollarse como personas.
¿Trabajar para vivir o vivir para trabajar? Es ésta una pregunta muy en boga estos días, ya que la reforma laboral planteada por el Ejecutivo de Zapatero parece abocar a la sociedad española a la segunda opción, cuando lo ideal en todo estado de bienestar -dicen que es en el que estamos- sería la primera. No entro a valorar a aquellas personas que desean seguir en su empleo tras los 65, pues me parece de alabar si eso es lo que les gusta y lo que les hace desarrollarse como personas.
¿Trabajar para vivir o vivir para trabajar? Es ésta una pregunta muy en boga estos días, ya que la reforma laboral planteada por el Ejecutivo de Zapatero parece abocar a la sociedad española a la segunda opción, cuando lo ideal en todo estado de bienestar -dicen que es en el que estamos- sería la primera. No entro a valorar a aquellas personas que desean seguir en su empleo tras los 65, pues me parece de alabar si eso es lo que les gusta y lo que les hace desarrollarse como personas.
Recientemente recibimos en nuestro comercio familiar la visita de los técnicos de una empresa que se dedica a revisar las balanzas de pesas. Se trata de una inspección rutinaria que se supone que exige la Administración a las comercios que utilizamos las balanzas como herramienta de trabajo.
La labor de los técnicos consiste simplemente en colocar varias pesas en las balanzas y comprobar si éstas funcionan correctamente. Un labor rápida, de apenas unos minutos. Pues bien. El desembolso económico que exige semejante tarea resulta del todo excesivo: 65,80 euros por cada una de las revisiones, es decir, un total de 131,6 euros.
Se trata de un precio abusivo, más propio de un timo que de una inspección administrativa. El aumento del coste de la revisión resulta espectacular, por excesivo. Hace dos años, la misma revisión costaba unos 50 euros, es decir, la tasa se ha incrementad un 30%.
En plena crisis económica, con constantes cierres en el sector del comercio, es impropio de una administración pública cobrar unas tasas tan elevadas para servicios como éste. No estamos en contra de que la Administración vigile y revise nuestras herramientas de trabajo, pero lo debe hacer con unos precios acorde a los servicios que presta. No se puede cobrar 65,80 euros por poner unas pesas en una balanza y una pegatina que sustituye a la que se colocó dos años antes.