CUIDADO con el capitalismo porque origina desempleo, sobre todo en sus ciclos recesivos descritos por Kondratiev. Curiosamente, el PP creía haber inventado el capitalismo español. Un capitalismo fácil, ultramontano y lugareño que consistía en darles a los amigos el negocio del ladrillo. Llegaron los amigos y construyeron viviendas por doquier, tantas y tan caras que la feliz burbuja inmobiliaria finalmente explotó y se destapó el caso Gürtel. El PP, tan previsor, no había contado con que los capitalistas, aunque sean amigos suyos, hacen los negocios para seguir siendo capitalistas. Vamos, que no son los buenos samaritanos que arreglan el país y la economía por un moderado salario. Son, por el contrario, los que desarreglan las finanzas, despiden a los obreros y luego se quedan con millonarios beneficios.
Aunque ya nadie parece acordarse, los socialistas heredaron este desatino económico y, guiados de su centenaria moral cívica o ética, trataron de reconducir el desastre. Pero hete aquí que la trama financiera y especulativa erosionó la economía mundial mediante un mercantilismo tramposo, originando una crisis económica de colosales dimensiones, que el PP cínicamente pretende atribuir a los socialistas. Pues no, absolutamente falso. El responsable del desastre económico es el filo mellado de un capitalismo globalizado y de una plutocracia mercantil avariciosa y descontrolada que nos está llevando a un mundo hobbesiano en el que ya tenemos más de cuatro millones de desempleados. Lo desolador es que lo del PP no es un cabreo político o moral, sino solamente electoral.
Buscando en Marx encuentro al fin la expresión precisa: paro intrínseco. Lo del desempleo no lo va a resolver Rajoy, aunque ahora se encuentre muy ufano con esos 3,8 puntos en intención de voto con los que aventaja al PSOE. El paro intrínseco es un fallo inherente al sistema capitalista, una de las célebres contradicciones que Marx profetizó y que ahora se están cumpliendo, una tras otra, para perplejidad de los seguidores de Nostradamus y de quienes daban a Marx por muerto y le confundían con la momia de Lenin.
Los trabajadores aparcados en las grandes bolsas del paro no son otra cosa que el síntoma principal del gran atasco capitalista. El capitalismo genera paro como las máquinas de desguace generan chatarra. La chatarra humana es el producto inevitable de un sistema económico que sólo el socialismo democrático puede transformar mediante la solidez de las políticas sociales, la concertación social, una mayor regulación del mercado y un efectivo control de los flujos de capital. Pues no se trata de apuntalarlo con reformas laborales que tienden a recortar los derechos adquiridos por los trabajadores, que es lo que, en realidad propone el PP. Por eso, la derecha miente. Porque no es verdad que vayan a acabar con el paro ni con las desigualdades, que son intrínsecas al sistema, sino que lo van a liberalizar aún más, reduciendo la red de protección social.
Habló Jean-Fraçoise Lyotard de las grandes narrativas, que son las supuestas bondades de las religiones, de la eficiencia del liberalismo económico, del porvenir venturoso de la historia, de las ingenuas promesas revolucionarias y de los logros neutrales de la ciencia. Pero todo ello no ha servido más que para mantener a la ciudadanía quieta y en silencio, creyendo que iba a alguna parte. Agotada la fe en las grandes narrativas, estamos en la posmodernidad, que es una edad que no cree que el capitalismo, la tecnología o la ciencia vayan a acabar con la miseria o el desempleo, porque es consustancial con el progreso capitalista, para el que cada ser humano es una simple viruta que se desprende de la imperecedera maquinaria de la producción. Pero Rajoy necesita más que nadie sustentarse en las grandes narrativas, que son el eterno recurso de la derecha para que el gentío siga agazapado en espera de la justicia y la igualdad que nunca les proporcionará.
La literatura no es ciencia, pero puede servir de advertencia para los desmemoriados, porque puede volver la derecha, ésa que viene por vía directa de Franco, Fraga Iribarne y Aznar, golpeando primero despacio y con fuerza después, como las olas rompen en los acantilados. Y con ella volverá el pensamiento único, el clientelismo, las privatizaciones de lo público y los recortes de los derechos civiles y laborales. Hará más gentil y rico a quien ya lo es, pero abrirá una brecha punzante en los que poco o nada poseen.
* Médico psiquiatra