¿De quiénes no nos olvidamos nunca, señores obispos, de los pobres de espíritu que carecen de valores o de los pobres hambrientos muertos a causa de un desastre natural? ¿A quiénes tenemos siempre presentes, mandamases del catolicismo, a los depravados homosexuales que no saben lo que hacen y demás engendros que no cumplen con los mandatos, o a aquellas personas cuya alma ha sido secuestrada y con sus cuerpos se ha traficado?
¿De quiénes nos acordamos siempre, señores políticos en general, de los políticamente incorrectos o de las personas que sufren diariamente la corruptela de unos pocos?
Al final, siempre nos olvidamos de los que justamente nos tendríamos que acordar siempre y en todo momento, que son los que sufren las injusticias más devastadoras de este mundo. Lo demás son puro interés tanto de religiosos como de políticos.