argumenta la plataforma autodenominada de Libertad de Elección Lingüística que existe en Álava una gran masa social que demanda la escolarización únicamente en castellano y apela a su derecho a elegir centro escolar y que éste ponga a su disposición aulas en modelo A, llegando incluso a reclamar a Educación que retire el concierto a aquellos colegios que no se avengan a su particular mandato. Sin embargo, este discurso -jaleado por sectores tradicionales de la derecha vitoriana, por los propagandistas del PP y consentido por cierto clientelismo del PSE- es falaz y torticero. Ayer mismo se topó con la terca realidad que reveló la prematriculación para el próximo curso. Más del 95% de las familias alavesas se sigue decantando por modelos bilingües y el modelo A sigue siendo residual -apenas un 4%- pese a la fuerte presión ejercida estas últimas semanas por la plataforma y el PP, que ya no pueden escudarse en la existencia de una demanda supuestamente desviada por los responsables de Educación, que en este primer curso bajo el mandato de la socialista Isabel Celaá han sido extremadamente cuidadosos en garantizar la "total libertad" en la elección de modelo. Y el discurso es también tramposo porque no responde a una realidad social, sino a un impulso -no se sabe si es tanto de defensa de la enseñanza en castellano como de rechazo al euskera-, que busca atrincherarse contra el amplio consenso en torno al bilingüismo tan arraigado en la comunidad educativa y en la propia sociedad. Envalentonado por su condición de socio preferente del Gobierno del PSE, el PP busca presionar en este sentido la consejera Celaá, que se ve presa de las expectativas creadas ante las exigencias populares en materia de Educación y, por otro lado, del aire que le dio a la plataforma del modelo A mientras estuvo en la oposición. Apostar por una enseñanza de calidad tanto académica como en valores supone también apostar por la competencia lingüística y el valor de la integración sociolingüística. Y, en este sentido, el conjunto de la escuela vasca -tanto la red pública, como las ikastolas de iniciativa social o los centros de Kristau Eskola- ha desarrollado históricamente un proyecto educativo ejemplar. Hacer de la lengua una barrera es un intento de poner puertas al campo cada vez más anacrónico.