La fundación que lleva el nombre de una persona buena, Vicente Ferrer, ha sido propuesta a la candidatura del premio Nobel de la Paz. La obra que en vida llevó a cabo Vicente es el ejemplo a seguir. Humildad, sacrificio y, sobre todo, tuvo una gran piedad hacia los más desprotegidos. Fue la filosofía de una vida dedicada a los demás.
Vivió para servir al prójimo siguiendo la senda del hombre que hace dos milenios murió en la cruz para redimir al mundo del pecado. Vicente Ferrer fue el apóstol del siglo XXI. Un apóstol que caminó por la senda más difícil, a pesar de las innumerables posibilidades de pecado que existen en la sociedad. Nadie debe dudar que durante el tiempo que permaneció en la tierra anduvo en ella con la aureola que caracteriza a los santos.