dicen los expertos monclovitas que Zapatero prepara para esta semana que arranca su estrategia para desquitarse del fantasma que arrastra por Europa su errática política económica y que fía su suerte a dos reformas de calado que, si bien persiguen recuperar confianza en los mercados internacionales, le pueden acarrear todavía más problemas de impopularidad puertas adentro, así como el riesgo de exasperar al electorado progresista tradicional. Se trata de la prolongación de la edad de jubilación -una propuesta que no ha satisfecho a nadie y a los que menos, lógicamente, a los asalariados de nómina- y una reforma laboral descafeinada por inconcreta. Si la tramitación parlamentaria no lo remedia, los trabajadores tendrán que retrasar su jubilación dos años, hasta los 67, a partir de 2025. Precisamente, en la obligatoriedad decretada sin que el trabajador pueda decidir si extiende su vida laboral, radica uno de los elementos más censurables de la propuesta gubernamental, de la que también se cuestiona que no exonere a ciertos sectores de actividad -los que más esfuerzo físico requieren- de seguir en el tajo. Siendo cierto que junto a estas cuestiones más que discutibles se incluyen otras de pura lógica -como que se prohíban las prejubilaciones a los 52 años-, entre la ciudadanía se extiende la sensación de que tras la prolongación de la vida laboral, hasta hace poco descartada categóricamente por el PSOE, se esconde su necesidad imperiosa de equilibrar las cuentas públicas. Es decir, que el Gabinete socialista podría estar descargando sobre la clase trabajadora la responsabilidad de ir aminorando un déficit público del 11,4% del PIB. Y precisamente cuando sus equivocadas medidas fueron arbitradas para paliar los efectos de una crisis generada en buena parte por especuladores financieros, cuyos adalides aprovechan ahora para sembrar dudas sobre un Estado del Bienestar que el Gobierno aún tendría que potenciar en mayor medida -pensiones incluidas- a cambio de más austeridad en los gastos supérfluos. La deriva que Zapatero intentará corregir esta semana ha encendido todas las alarmas en las estructuras del PSOE, que confiaban en que la presidencia de turno de la UE sirviera para recuperar el crédito entre el electorado, cuando las reformas anunciadas están provocando exactamente lo contrario.