VALGA este título para mencionar, una vez más, aquel dicho africano que nos dice que para educar a un niño o a una niña hace falta toda una tribu. Ha dado comienzo el período de prematriculación en centros educativos para el curso 2010-2011 y queremos animar a las familias que tienen que decidir al respecto a pasarse por los centros públicos, conocerlos y luego decidir cuál es la opción que creen más adecuada para sus hijos e hijas. Nosotras y nosotros optamos en su día por la Escuela Pública Vasca y, tras varios años, unos más y otros menos, nos reafirmamos en nuestra opción. Pero no nos basamos solo en parámetros estrictamente académicos; es decir, en las notas, sino sobre todo en otro tipo de valores que creemos que aporta la Escuela Pública Vasca y que hemos ido descubriendo a lo largo de nuestra participación en la comunidad educativa.
Uno de esos valores tiene relación con el título de este artículo, con la tribu, entendida en nuestro caso como nuestro entorno, con la sociedad. La Escuela Pública Vasca tiene como valor añadido que se integra en el territorio más cercano a nuestros hijos e hijas y a nuestras familias. Un entorno con el que contamos a la hora de educar con mayúsculas, ya que no sólo la escuela y la familia se implican en esta labor, sino todo la sociedad.
Otro de los beneficios es que la Escuela Pública facilita la cohesión social, entendida como el encuentro y la convivencia de la ciudadanía, por encima de su situación socio-económica, opciones políticas, creencias religiosas, etc. Lo que nos une a las familias son nuestros hijos e hijas y a través de ellos podemos establecer nuevas relaciones sociales con personas que comparten un entorno. Hoy en día este hecho lo consideramos como un beneficio personal, teniendo en cuenta la tendencia social hacia el anonimato y el individualismo.
La Escuela Pública está demostrando una gran capacidad de adaptación, de repensarse, porque tiene que asumir los retos del momento, adaptarse a las nuevas necesidades sociales. Recordemos al respecto el gran esfuerzo que ha hecho para conseguir una sociedad bilingüe, ahora vamos hacia la trilingüe; para atender a una ciudadanía cada vez más diversa; para facilitar la conciliación de la vida familiar y laboral a través de sus servicios complementarios.
No, no estamos contando un cuento. Sabemos que no hemos conseguido nuestro ideal, nuestra utopía y que nunca lo conseguiremos, ya que hacemos nuestro este pensamiento de Eduardo Galeano: "La utopía está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Para qué sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar". Es decir, siempre seguiremos pensando que se pueden mejorar las cosas y seguiremos trabajando.
En la Escuela Pública Vasca hay problemas, naturalmente. Seríamos ilusos, y falsos, si afirmáramos lo contrario. Pero, y esta es otra de sus características, para mejorar la situación y corregir errores nosotras y nosotros, madres y padres, tenemos la oportunidad de participar. Por definición es una escuela democrática y por ello queremos colaborar con el profesorado, con la administración. Y para ello disponemos de los canales adecuados.
Afirmamos que para que nuestros hijos e hijas tengan una buena trayectoria en su desarrollo educativo y formativo, necesitan de nuestra implicación, la de las madres y padres, en la escuela, tanto que estaríamos dispuestos a demostrar que a mayor participación mejores resultados, incluidos los académicos, obtendrán nuestros hijos e hijas. Nos interesan los buenos resultados académicos pero, también, que sean felices y tengan los recursos, las competencias como se llaman ahora, suficientes para valerse en su entorno y para hacerlo más habitable en todos sus aspectos.
Desde esta tribu, la Escuela Pública Vasca, os volvemos a invitar a pasaros por vuestros centros de referencia, los que consideramos también nuestros, y a formar parte de su comunidad educativa. Nos veremos en el patio el curso que viene.