Atención, señores: en un futuro próximo, si el cambio climático no lo remedia, tendremos que pagar por viajar hacia Donostia. La Diputación de Gipuzkoa está empeñada en colocar peajes en las carreteras más importantes que llegan hasta su cosmopolita capital, enlace obligado hacia Europa y trayecto vacacional para muchos de ustedes. Es decir, que se encontrarán una garita de parada y paga en el puerto de Etxegarate y otra en la A-15, a la altura de Berastegi, para quienes creen que se pueden librar de pasar por caja realizando un quiebro en Alsasua y enfilando hacia Irurzun. Genial. Estamos encantados, nosotros y los navarros; los demás todavía no se han enterado. ¿Qué alternativas tenemos? La AP-1, pues no, porque hay que soltar casi 10 euros, sumando el peaje de esta flamante nueva autopista y el desembolso de la A-8, donde hay que aligerar la cartera casi por cada curva. Queda, al loro, el sinuoso camino del puerto de Lizarrusti, que conecta Etxarri-Aranaz con Ataun: un maravilloso paisaje, un planazo de fin de semana con los chavales en comunión con la naturaleza, pero una carretera infernal, sobre todo en invierno, si el objetivo es llegar a Donostia y de ahí al mundo. Se impone una reflexión práctica, siempre que el deshielo no anegue la costa guipuzcoana: aquellos que no tengan opción y deban ir a Donostia por cuestiones familiares o laborales, a sembrar de euros el asfalto; pero quienes busquen la playa y los pintxos donostiarras, que se miren el ombligo: Vitoria tiene de todo, y más barato.
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