Es probable que tanto el discurso del Rey como la posible celebración de un partido de la selección española en San Mamés sean temas menores. Por decirlo claro: ni una cosa ni la otra van a solucionarnos grandes problemas ni sintetizan lo que más nos preocupa a los vascos. No son temas comparables a la crisis económica, la violencia machista o el terrorismo. Sin embargo, me da la impresión de que tanto lo uno como lo otro evidencian casi por igual las mentirijillas nacionalistas y los complejos que nos asolan. "A nadie interesa el discurso del Rey", nos dijeron los nacionalistas, y lo terminamos viendo hasta quienes nunca hemos sido monárquico. Con la selección puede pasar cosa parecida. "Que San Mamés tendremos que llenarlo con nuestros compatriotas cántabros", preconizan los que se pavonean de conocer el país mejor que nadie. Sin embargo, es posible que acabemos viendo el campo lleno y terminen lamentando la ausencia de entradas hasta los más furibundos anti-futboleros. Y todo esto sin que el cambio apenas se haya iniciado. Qué sería de Euskadi si pudiésemos finalmente quitarnos todos los complejos.
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