El señor Barack Obama ha recibido el premio Nobel de la Paz. Anteriormente el criminal Henry Kissinger, el cómplice del Sha de Persia y de Pinochet, también fue galardonado. Y yo me pregunto: ¿qué hay detrás del lanzamiento político de Obama? ¿Por qué ocupa precisamente ahora la Casa Blanca? No me refiero a las ingentes cantidades de dinero y a los grupos que están detrás de todas las carreras políticas a la presidencia de los EEUU, que los doy por supuestos, sino a su condición racial.
Se ha presentado al señor Obama como el final de un largo camino, como un ejemplo para todas las sociedades del mundo. El mestizaje como paradigma. Hegel vio el final de la historia en Napoleón sobre su caballo entrando en Jena y los televidentes de todo el mundo vieron en directo la ceremonia de investidura presentada como el no va más de la democracia, su culmen: la sociedad multirracial. El multiculturalismo y el mestizaje como fetiches absolutos a los que todos debemos rendirnos. A partir de ahora no existen las razas ni las etnias por decreto.
Y el que se atreva a decir lo contrario es un fundamentalista y un nazi. El mundo concebido como un termitero donde sólo existen "ciudadanos" perfectamente intercambiables. En definitiva, un Estado Homogéneo Universal, tomando prestada la expresión del filósofo Alexander Kojeve. Obama es para los mundialistas la encarnación de ese Estado absoluto.
Recuerdo lo que dijo una vez un eminente jesuita vasco que conocía muy bien las entrañas de Norteamérica. Los EEUU son como un gran elefante, con un gran poderío militar y económico pero, ¿quién está sentado encima de ese elefante dirigiendo su rumbo? El poder del lobby judío. Y Obama está rodeado de ese establishment prosionista que predica un mundo multirracial para los demás pero que construye un Estado racial judío en Oriente Medio, aplastando y expulsando al pueblo palestino de su tierra.