MENUDA campaña la que están montando las federaciones de hosteleros contra la ampliación de la prohibición de fumar en locales públicos, a base de falacias y medias verdades cuando menos. Negar la mayor no vale cuando los datos de otros países cantan: no sólo no han cerrado negocios, sino que han mejorado sus beneficios porque más gente puede tomarse algo o comer a gusto sin que le fastidien con el humo impuesto por los fumadores y hosteleros egoístas de turno. Y lo del gasto de acondicionar los locales es otra falsedad porque fue una concesión del Gobierno ante las presiones de los hosteleros, cuando la prohibición de 2005 debió haber sido total.
Lamentablemente, en este país hace falta sancionar para hacer cumplir lo que indica el sentido común y el respeto al vecino: que su salud y su bienestar está por encima de los deseos de los fumadores incívicos y de los intereses económicos de los hosteleros, auspiciados por los y las tabaqueras. Si no, díganme cuántos fumadores -que son un tercio de la población- les han pedido su parecer antes de encender su pitillo; lo normal es que señalen el cartel y digan que está permitido, lo cual no implica que sea obligatorio molestar a los demás.
Dentro de unos años, veremos lo bien que ha ido. Pero ellos lo negarán, claro.
José Luis Herrero