Hace escasos días, esta publicación, la única totalmente en euskara de Álava, sacó a la luz su última revista, la número 201, y con ella anunció su cierre. A duras penas se ha mantenido viva durante 17 años.
Un grupo de jóvenes entusiastas puso en marcha este proyecto como contribución a la normalización del euskara en Álava. Revista que, sobre todo, se ha movido en el ámbito juvenil, el más alfabetizado. Se ha ido haciendo adulta, al igual que la mayoría de sus lectores. Han crecido juntos, pero una reducción importante e inesperada de sus ingresos habituales, ha interrumpido su sueño. Su precariedad no le ha permitido un mayor número de páginas, unos contenidos para toda clase de público, o, incluso, ampliar su inicial ámbito alavés.
Estitxu Breñas González de Zárate ha sido su motor durante los últimos 12 años. Sin plantilla, sin estructura, solamente con un valioso equipo de colaboradores, ha mantenido vivo el proyecto con profesionalidad, calidad y mimo. La retirada de subvenciones ha dado al traste con su sueño. El euskara pierde de nuevo. Una pena.
El euskara, ese árbol milenario de raíces profundas, arraigado en nuestra tierra: un milagro. Tantos hachazos y malos tratos, y resiste. Maltrecho pero resiste. Ve que su tierra necesita cobijo; sombra. Contento porque le salió un brote hacia su solar más seco: "Araba" le llama. El brote se había hecho rama, bien orientada. Cada vez eran más a los que cobijaba, pero este invierno ha pasado un leñador, y al fuego. Hoy, cómo no, siente mucho el árbol lo podado, mas... si está triste es porque muchos se habrán alegrado. Como durante siglos y siglos espera e invoca a la primavera: un milagro.