EL 12 de diciembre, en Madrid, desde Atocha a la Puerta de Alcalá, decenas de miles de trabajadores procedentes de todos los territorios del Estado, se manifestarán para hacer oír su voz y sus propuestas en el actual contexto de crisis económica, que ha expulsado del mercado de trabajo a millón y medio de trabajadores en ese periodo, de los cuales más de un millón cien mil tenían un contrato temporal. En Euskadi, el desempleo afecta a un 46% más de personas que hace un año. Así que antes de precisar las razones de la movilización sindical, adelantemos una conclusión que no siempre se ha explicado con claridad: las víctimas de la crisis están siendo aquellas personas que no la causaron.

Hemos puesto en marcha una razonada y sostenida movilización de trabajadores y trabajadoras, en primer lugar, porque el movimiento sindical es una de las más importantes instituciones democráticas de este país y quiere participar con responsabilidad y firmeza en este debate abierto y plural en el que poderes públicos, organizaciones empresariales, instituciones económicas y financieras, fuerzas políticas y medios de comunicación diagnostican, reflexionan y ofrecen soluciones para salir de la crisis. Nosotros reclamamos el derecho a participar de ese debate con ideas, análisis y propuestas, a la vez que activamos los instrumentos de intervención democrática para movilizar a los trabajadores. No queremos asistir como observadores a una disparatada ceremonia en la que aquellos que fueron parte activa de la crisis o la inspiraron intelectualmente irrumpen en la escena política y social agitando de nuevo las mismas recetas que nos metieron en ella; y entre todas, la más descarnada e inaceptable: la de volver a aquella máxima, según la cual, el enriquecimiento de unos pocos favorecerá al final a todos. Frente a quienes defendieron y defienden un mercado sin control y un sistema financiero sin reglas; aquellos que desprecian al Estado como representante de los intereses colectivos; los mismos que en tiempos de vacas gordas pretenden actuar sin que nadie les ponga límites; que han repudiado la presencia del sector público en la economía con la misma pasión con la que, cuando han venido mal dadas, le han pedido ayuda, blindándose, eso sí, sus multimillonarias retribuciones, frente a la prédica liberal del capitalismo de casino, los sindicatos asumen su responsabilidad y se dirigen a toda la sociedad para: - Recuperar el papel activo de diálogo social en Euskadi y en España para demostrar que es una herramienta útil, también en tiempos de crisis.

- Reivindicar el papel de la negociación colectiva como herramienta de cohesión laboral y social, convenientemente articulada en el ámbito sectorial y el de empresa.

- Convenir que la destrucción de empleo lleva a muchas personas a situaciones de extrema dificultad y sitúa a otras al borde de la exclusión social, por lo que hay que ofrecerles, mientras dura la crisis, una prestación económica y una formación para su pronta reinserción en el mercado laboral.

- Reactivar la economía, acometiendo nuevos programas de inversión pública y revisando el funcionamiento del sistema financiero para que la fuerte inyección de recursos públicos que ha recibido revierta en la fluida circulación del crédito a las personas y a las empresas.

- Dotarnos de una sólida base industrial que invierta en I+D+i y mejore la nuestra posición con respecto a los principales líderes tecnológicos, en la perspectiva de cambiar, con hechos y no sólo con palabras, el patrón de crecimiento de estos años; auténtico gigante con pies de barro en España, y con serios problemas estructurales también en Euskadi.

Estás son algunas ideas para explicar la movilización de los trabajadores del 12 de diciembre, como hicimos en las calles de Bilbao el pasado día 24; para impedir que las políticas y alternativas de ciertos sectores políticos, económicos y financieros se lleven por delante los derechos de los trabajadores. En definitiva, y como resume el lema de la movilización general, para que no se aprovechen de la crisis. Con sentido de la responsabilidad, pero con la decidida voluntad de hacer valer la propuesta sindical en el inevitable escenario de diálogo social que pretendemos desarrollar frente a la unilateralidad de los gobiernos, y los grupos de presión empresariales.