dicen los expertos y los políticos que el fin de la recesión está cerca. Que cada vez falta menos para alumbrar luz al final del túnel. Acabáramos. Para esos anuncios no hacen falta estudios. Ya lo decía la sabiduría popular: "siempre escampa después de la tormenta". Una vez desmontados los ampulosos y rimbombantes vaticinios -por cierto, la mayoría de ellos expresados por los mismos que fueron incapaces de prever la crisis, siquiera de lejos- llega la hora de matizar: "La crisis se va a acabar, pero el paro seguirá subiendo". ¿Cómo? A mí que me lo expliquen. O sea, que según Zapatero, Corbacho o Aguirre, por citar a algunos de los que nos mandan, la economía va a mejorar a mediados del próximo año, pero eso no significará que los parados se reencuentren con el empleo ni que los actuales ocupados puedan respirar tranquilos. Entonces, ¿quién va a notar la recuperación? Quizá los empresarios, que ahora tienen menos gastos salariales; o tal vez los banqueros que acaparan riquezas a base de estrangular a los que ya no pueden pagarles a cambio de inyecciones de dinero público; o quizá los especuladores, ésos que están esperando a que los desesperados tiren los precios para comprar a bajo coste lo que más tarde -no tienen prisa- venderán como si de oro se tratase... No sé, esta recuperación no me convence. Yo creía que íbamos a aprender de los errores y cambiar de modelo, racionalizar el frenesí que nos había abocado a este desastre. Pero me da que no será así, que sólo estamos esperando a que pase la tormenta y que todo sea como antes. Y que se constipen otros cuando vuelva a llover.
- Multimedia
- Servicios
- Participación