Parece increíble cómo se reconocen una victoria, se abrazan, besan y felicitan, esbozando gestos de alegría por haber superado una votación que sólo supone un primer paso, muy serio, pero un primer paso que avanza hacia la reforma total de una normativa reguladora del proceso de aborto, que lo liberará, lo despenalizará, e incluso osa plantearlo como derecho, un derecho de una persona sobre otro, señala ciudadanos de primera y otros que, lejos de ello, son dependientes de lo que decidan sus madres, que no son futuras, son ya madres. ¿Se dan cuenta de qué puede suponer esta ley? Esta norma faculta y sitúa las primeras pautas para que podamos disponer de la vida de los demás seres humanos a nuestro antojo. ¿Quien es capaz de erigirse responsable y decisor de la vida de los demás? Ser sujeto responsable de la vida de otros no puede ser nunca motivo de alegría, de felicitaciones, como ante la aprobación de la nueva norma que regula la eliminación de un ser humano dentro del seno materno, sólo por la decisión de ésta, pero nunca podrá olvidar que es su hijo quien, estando en sus entrañas, es eliminado e imposibilitado para vivir.