HEMOS entrado en unas fechas peligrosísimas. Es el mes de los puentes -si fuéramos navarros, administrativamente hablando, digo, que algunos ya lo somos- éste sería el mes de los acueductos. Bueno, Ezker Batua ya ha planteado celebrar el Día de Euskadi el 3 de diciembre, con nulo éxito. Yo creo que nadie en el Parlamento se paró a reflexionar seriamente: podíamos haber juntado la friolera de seis días de fiesta seguidos... Por eso, yo defiendo que hoy sea festivo, celebremos la Constitución o sanquiero, santo saludable y versátil donde los haya, o el Día Republicano de los Troskistas de las Pistas de Formigal, me da igual. Lo del 25 de octubre mola, pero menos, nos pilla ahí descolgado entre El Pilar y Todos los Santos. Yo plantearía algo tipo semana blanca escolar allá por febrero, que el primer trimestre del año suele hacerse duro. Por ejemplo: ¿qué tal celebrar San Valentín en alegre conmemoración de ingeniería con Santa Escolástica y juntar cuatro días de fiesta a mediados de febrero? A ver, que yo lo digo por el negocio turístico, que un día por ahí suelto no va a ningún sitio. Tampoco tiene sentido inventarnos un festivo coincidiendo con otro, o sea, Día de Euskadi y Domingo de Resurrección. A ver, centrémonos, ¿por qué vamos a librar un día pudiendo librar dos? Yo no lo veo, francamente. Creo sinceramente que es necesario replantear este debate en los justos términos: ya que no nos vamos a poner de acuerdo en qué celebrar, por lo menos que la fecha nos venga bien a todos.