VARIOS grupos de presión, con diferentes objetivos, están germinando en la ciudad. Después de lo ocurrido en Abetxuko, donde el barrio, o una parte, se negó a que el tranvía atravesara sus calles, y no lo hizo, pero pronto lo hará; de lo acontecido con la pista de hielo, que aparece y desaparece de los planes municipales por arte de birlibirloque, un día no, al siguiente quizás y de repente sí, que sí, que en la Virgen Blanca; de lo que pueda pasar con la estación provisional, o primera fase de la intermodal, y su incrustación en una pequeña o gran parte del parque Arriaga; y de hasta dónde vayan a llegar el colectivo contra la ampliación de la OTA y el de los vecinos de Sansomendi descontentos con la nueva línea de autobús; en resumen, tras comprobar que algunas decisiones de los responsables municipales de Vitoria pueden cambiarse con cierta facilidad, pronto llegarán a los medios de comunicación, con sus respectivas reivindicaciones, dos nuevas plataformas: la primera se constituye, según consta en los estatutos a los que ha tenido acceso este diario, con el objetivo de añadir un zoo al complejo arquitectónico del auditorio que va a construirse en la plaza de Euskaltzaindia, un guiño inteligente al público familiar; la segunda, más ambiciosa, aboga por la expropiación inmediata de todas las viviendas vacías que hay en Vitoria para ofrecerlas en alquiler a quienes realmente las necesiten. No hay garantías de que ninguna vaya a tener éxito, pero con un poco de suerte igual cuela la del zoo.