Teniendo en cuenta las prácticas habituales de la clase política hoy en día, casi hay que agradecer que un representante público dé la cara ante la ciudadanía y permita que la prensa le haga preguntas. El lehendakari, Patxi López, reapareció ayer ante los medios de comunicación -tras una semana de convalecencia por enfermedad- acuciado por las brechas abiertas en la gestión de su gabinete fundamentalmente por la crisis del Alakrana y el retraso de la transferencia de las políticas activas de empleo. López se enfrenta a uno de los momentos más comprometidos de su aún corto mandato, tras quedar absolutamente desairado por sus compañeros socialistas de Madrid y, en último término, por el propio José Luis Rodríguez Zapatero. Aunque estos siete meses no han sido precisamente un camino de rosas, otros miembros de su Gobierno -sobre todo el consejero de Interior- se habían ido batiendo el cobre públicamente con la sucesión de pequeñas o grandes controversias políticas del Ejecutivo. Pero ayer López se vio obligado a salir al paso en persona tras el Consejo de Gobierno -habitualmente ese papel lo ocupa Idoia Mendia-, tocado en la línea de flotación tras ver cuestionado por el propio PSOE el mascarón de proa del arranque de la gestión socialista en Euskadi: las políticas activas de empleo. El empeño del lehendakari por situar al PNV como culpable de un retraso en la transferencia asumido ya por todos -lejos parece ahora esa fecha, anunciada una y otra vez por el Gobierno Vasco, del 1 de enero de 2010- no oculta la difícil situación en la que las apreturas parlamentarias de Zapatero han colocado a la máxima institución vasca. La otra gran vía de agua en el buque comandado por López deriva del caso Alakrana, una gestión en la que el lehendakari también ha pagado el precio de ir a rebufo de las decisiones del Estado pero en la que, como en lo demás, no puede sacudirse su cuota de responsabilidad política, por acción u omisión. Lo curioso de la comparecencia de ayer es que la nave de López parece haber sido torpedeada por fuego amigo. En esas circunstancias, es incómodo para un representante institucional dar las explicaciones oportunas a la ciudadanía. Pero nadie dijo que la gestión de gobierno fuera cómoda; la ausencia de explicaciones oportunas genera desgaste y eso, a la larga, agranda las vías de agua.