después de largos y dolorosos años de tantos proyectos fallidos o rechazados, de intentos frustrados, también de logros pero, sobre todo, de sufrimiento acumulado en nuestro pueblo, nos encontramos en momentos críticos, valorados por la mayoría social como decisivos, a pesar de los graves obstáculos, para dar pasos determinantes de resolución del conflicto. Esta situación se agrava con la crisis económica, ante la que el Estado español y sus autonomías tienen alarmantes dificultades, dentro del contexto europeo, para superarla.

Ante esta realidad apremiante para nuestra realización como pueblo, para los valores más importantes de las personas y su convivencia democrática, deseamos expresar, desde nuestras opciones comunes evangélicas en las que creemos y nos motivan, nuestros puntos de vista y visión crítica, dentro de la pluralidad de nuestros colectivos. Queremos apoyar todos aquellos caminos, trabajos y diálogo que conducen a la paz desde la justicia, la solidaridad con todas las personas que sufren, en especial, con las más marginadas y oprimidas.

Las últimas detenciones que encadenan y continúan la estrategia represiva del Estado ponen de manifiesto, además de la injusticia que repetidas veces hemos denunciado, la voluntad política de impedir procesos plenamente democráticos. Sin embargo, la sociedad vasca en su mayoría aboga por la superación de todas las violencias por vías exclusivamente políticas como única opción realizada desde el respeto de todos los derechos humanos, de democracia participativa plena, de consideración y debate de todas las opciones políticas. Por eso, cuando bajo razones de supuesta connivencia con ETA se responde a propuestas que ofrecen tales caminos encarcelando a sus promotores más significativos, se amenaza a grupos y movimientos desde la arbitraria sospecha de apoyo al terrorismo, se impide antidemocráticamente avanzar hacia las soluciones democráticas que deseamos.

Cuando se logra una importante suma de fuerzas democráticas por parte de partidos y sindicatos abertzales, de grupos sociales y populares para la superación del conflicto, parece ser que los agentes gubernamentales y judiciales sienten el vértigo de la democracia auténtica. Su respuesta represiva es la que estamos sufriendo una vez más y con particular contundencia en estos últimos meses. Habituados a estas estrategias no encuentran o no quieren aceptar otras propuestas ofrecidas y caminos abiertos para la resolución del conflicto.

En el nuevo ciclo que se desea abrir con la oferta de reflexiones serenas, razonadas, constructivas, consensuadas que fortalecen la razón de Euskal Herria, la razón de los Estados se siente amenazada y éstos rehusan encontrar procedimientos jurídico-políticos adecuados para asumirla y dialogarla en una confrontación democrática con todas las consecuencias, argumentando con la ya obsoleta Constitución española, el Estatuto y la inaceptable Ley de partidos.

En este mantenido y enquistado proceso de confrontación nadie puede erigirse en único portavoz de soluciones y, menos aún, imponerlas por la fuerza, anulando otras. El debate y la confluencia de opiniones, la suma de razones y esfuerzos, el diálogo abierto sin exclusiones son las claves asumidas en la opinión y conciencia populares mayoritarias como medio imprescindible de avance hacia la paz, la convivencia, el respeto y realización de todos lo derechos humanos. Esos procedimientos -que defienden fuera los mismos que aquí interesadamente niegan- son respetados y han abierto procesos resolutivos de problemas que parecían insolubles, como en el caso del norte de Irlanda.

Por nuestra parte, juntamente con otros grupos y colectivos que buscan también la resolución de diversos conflictos, queremos ofrecer también nuestra colaboración. Nos solidarizamos con todas las víctimas que de una u otra forma sufren las consecuencias de un conflicto que hace tiempo podía haber sido resuelto con voluntad política. De una manea especial queremos apoyar la defensa de los derechos de los presos y presas, de sus familiares, amigos y amigas, uniéndonos a sus reivindicaciones.

Estamos convencidos/as de que la esperanza en un final justo y democrático del conflicto no puede quedar defraudada. Para ello exigimos que se den los pasos y se tomen las decisiones políticas correspondientes a un auténtico Estado de Derecho: respeto a todas las opciones democráticas y diálogo sin exclusiones. Desde nuestras posibilidades y medios queremos colaborar en promover procesos populares de reflexión, de implicación y participación en el cambio democrático, por vías pacíficas que contribuyan a abrir un tiempo nuevo de paz y realización de Euskal Herria, como sujeto soberano.

Como grupos de personas creyentes, nos parece de especial urgencia el compromiso de la Iglesia en Euskal Herria, hoy. El silencio de sus representantes cualificados ante la situación en que nos encontramos no deja de ser llamativo, cuando sin embargo ante temas como el aborto, la enseñanza escolar religiosa u otros que, a su entender, afectan a los derechos de la Iglesia hacen oír su voz, incluso con amenazas eclesiásticas. Queremos una Iglesia vasca que sea evangelizadora, proponiendo y realizando lo que Jesús de Nazaret anunció: la liberación de los oprimidos, de los cautivos, de los pobres (Lc 4,18). Siguiendo los caminos bíblicos de esta liberación en cada época y lugar, tratamos de buscar y contribuir a realizar todo lo que conduzca a la paz desde la justicia en Euskal Herria.