El tercer referéndum sobre la independencia de Nueva Caledonia se celebra este domingo en el archipiélago francés del Pacífico, marcado por el llamamiento al boicot de los independentistas y por la creciente influencia de China en la región.
Tras las dos victorias del "no" en las consultas previas en 2018 y 2020, esta tercera supone la llegada al fin de los acuerdos de Noumea, firmados en 1998, previstos para abrir la puerta a la descolonización del territorio, situado a 17.000 kilómetros de la metrópoli.
En caso de victoria del "sí", se abriría un periodo de transición de 18 meses para que el territorio redactara una nueva Constitución y accediera a la independencia.
Si como se espera gana el "no", el Gobierno francés se ha comprometido a proseguir el diálogo con Nueva Caledonia, para mejorar la vida de los habitantes del archipiélago y buscar soluciones a la tensión existente entre los kanakos, los autóctonos, y los caldoches, originarios de Francia pero asentados desde hace generaciones.
Solo los miembros de estas dos comunidades tienen derecho a participar en el referéndum. Son 183.631 de los 271.000 habitantes, puesto que la ley redujo el censo para evitar que los inmigrantes recientes influyeran en las consultas.
París es consciente de que el rechazo a la independencia no acabará con la tensión que se vive en Nueva Caledonia, una sociedad prácticamente dividida en dos, como ponen de manifiesto los resultados de los dos anteriores referendos.
En el primero, apenas 17.000 votos (con un 56,67 % de los sufragios) dieron la victoria a los "lealistas" partidarios de seguir siendo franceses, una diferencia que se redujo a menos de 10.000 el año pasado (53,26 %).
Los que quieren la independencia han ido ganando terreno de forma paulatina, controlan dos de las tres provincias en las que está dividido el territorio, 18 de los 33 municipios, el Gobierno autónomo y el Congreso.
Francia solo administra la seguridad y la justicia, mientras que el resto de las competencias están transferidas a las instituciones locales.
Los partidos independentistas, que reclamaron que se hiciera el tercer referéndum lo antes posible nada más concluir el anterior, pidieron hace unos pocos meses su aplazamiento a causa de la pandemia.
El archipiélago no registró casos hasta septiembre pasado, pero desde entonces se ha visto duramente golpeado por la covid, que ha causado casi 300 muertos.
Ante la negativa de los "lealistas" a retrasarlo, París optó por mantener la fecha del 12 de diciembre y los independentistas han hecho llamamientos al boicot, lo que hace más imprevisible el resultado, que han advertido de que no reconocerán.
Un fuerte dispositivo policial con 1.400 gendarmes y 250 militares, el doble que en las anteriores consultas, velará por que el voto se lleve a cabo sin incidentes.
Los acuerdos de 1998, redactados con una clara perspectiva de que el archipiélago accediera a la independencia, no preveían nada en caso de rechazo de la misma en las tres consultas.
El Gobierno francés ya ha hecho saber que, en caso de victoria del "no", abrirá un proceso de diálogo y no sacará Nueva Caledonia de la lista de la ONU de territorios que optan por la descolonización, lo que deja abierta la posibilidad a una futura independencia.
El presidente francés, Emmanuel Macron, se ha mantenido neutral, aunque el territorio tiene un alto valor estratégico para Francia, puesto que es una de sus tres posesiones en el área Indopacífica, junto a la Polinesia y a La Reunión, una región que ha cobrado una gran importancia geoestratégica en los últimos años.
La extensión de una forma de imperialismo chino por otros territorios de esa zona, como las Islas Salomón, Kiribati o Taiwán hace temer a París que, en caso de independencia, se extienda también a este archipiélago con altas reservas de níquel, un mineral muy preciado para la fabricación de baterías.