el supuesto interés del presidente de EEUU, Donald Trump, en comprar Groenlandia a Dinamarca ha generado un aluvión de reacciones de políticos daneses, que dudan de si es una broma, ironizan con su salud mental o lo acusan de colonialista. Según varios medios estadounidenses, Trump ha mencionado la cuestión varias veces en las últimas semanas durante reuniones y cenas, y la Casa Blanca ha discutido la legalidad de una hipotética compra, el proceso de incorporación del territorio y de dónde saldría el dinero para afrontar la operación.
Mientras el Ejecutivo socialdemócrata danés guarda silencio, el Gobierno autonómico groenlandés destacó en un comunicado la “buena relación” con Estados Unidos, y ve el “rumor” como muestra del interés en invertir en esta isla de 2 millones de kilómetros cuadrados cubierta de hielo al 80% y 56.000 habitantes, la mayoría inuits. “Groenlandia no está por supuesto en venta”, subrayaron en el breve escrito las autoridades de uno de los dos territorios autónomos que componen el Reino de Dinamarca (el otro son las Islas Feroe).
Frente al mutismo o la respuesta comedida de las autoridades, la clase política danesa reaccionó de forma casi mayoritaria en las redes sociales haciendo ejercicios de ironía. “Debe de ser una broma del 1 de abril completamente fuera de temporada”, aseguró el ex primer ministro danés y actual líder de la oposición, el liberal Lars Lkke Rasmussen, aludiendo a la tradición sajona en esa fecha, equivalente al día de los Santos Inocentes. De “mala broma” tacharon también los supuestos planes de Trump dos figuras de las fuerzas políticas que apoyan al Gobierno danés: la líder socialista, Pia Olsen Dyhr, y el portavoz de Exteriores del Partido Social Liberal, Martin Lidegaard.
Lidegaard enfatizó que en caso de que fuera un plan serio, sería “terrible” para los groenlandeses, que perderían su autonomía -que incluye desde 2009 el derecho de autodeterminación- y asistirían a una posible militarización de la isla. “Digo no, gracias, a que compren Groenlandia, mejor reforzar la relación con Dinamarca. Hay que resaltar además que tampoco es una mercancía que se pueda vender”, afirmó Aaja Chemnitz Larsen, una de las dos diputadas groenlandesas en el Parlamento danés. En esa línea insistió la líder rojiverde Pernille Skipper, quien resaltó que “no estamos en el siglo XIX” y que no se puede comprar “todo un país y todo un pueblo”.
Otros políticos daneses cuestionaron en cambio directamente la salud mental del presidente estadounidense. “Si es cierto que está pensando en eso, es una muestra definitiva de que se ha vuelto loco”, apuntó Sren Espersen, portavoz en Asuntos Exteriores del Partido Popular Danés, la tercera fuerza parlamentaria.
También de “loco” lo tildó Uffe Elbk, cabeza visible del ecologista La Alternativa, quien consideró que con este precedente, la visita de Trump a Dinamarca a principios de septiembre será “la más absurda” que se recuerde “en mucho tiempo”. El diario conservador Berlingske manifestó en un editorial en su edición digital que tras las “fantasías” de Trump está el deseo de EEUU de aumentar su influencia -posee una base militar en el norte-.
una locura Trump, un multimillonario que hizo su fortuna en el sector inmobiliario, ha pedido al abogado de la Casa Blanca, Pat Cipollone, que estudie esta posibilidad. Sus asesores, que parecen no acostumbrarse a la continua inestabilidad de Trump, están divididos entre los que creen que el mandatario habla seriamente y los que consideran que se trata de un capricho pasajero. Se desconocen los motivos del interés por Groenlandia aunque algunos especulan con sus recursos naturales y otros con su importancia geoestratégica por su cercanía al Ártico.
Groenlandia ya estaba incluida como un asunto de discusión preferente en la visita oficial que Trump hará en dos semanas a Dinamarca, donde además de reunirse con la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, tiene previsto entrevistarse con el presidente autonómico groenlandés, Kim Kielsen.