Hong Kong - Una impresionante marea humana de más de un millón de personas desbordó ayer las principales avenidas del centro de Hong Kong en defensa del marco de libertades del que goza la excolonia británica, cada vez más en entredicho por la creciente influencia de la China continental.
Pocos en la ciudad podrán recordar una manifestación como la de ayer en la que, según pasaban las horas, miles y miles de ciudadanos de toda condición continuaron sumándose a los cientos de miles que habían comenzado a marchar a primera hora de la tarde. Nadie parecía querer perderse la protesta: jóvenes, adultos, ancianos, familias con niños pequeños y bebés, personas en sillas de ruedas, profesores, estudiantes, trabajadores, todos iban desembocando como un torrente en las principales avenidas del centro de Hong Kong.
La inmensa mayoría de ellos vestidos de negro, en señal de duelo por la pérdida de libertades que, a su juicio, está viviendo la ciudad en los últimos años y que ha terminado por concretarse en el proyecto de ley de extradición impulsado por la jefa del Gobierno local, Carrie Lam. “Fuera Lam, no a la ley de extradición a China”, gritaban en cantonés los manifestantes que enarbolaban también carteles como “Libre Hong Kong” o “No a la brutalidad policial”, mientras caminaban pacíficamente entre los grandes rascacielos de la isla que alberga el centro de la ciudad.
“Si se aprobase esa ley, el modelo de un país, dos sistemas, que China se ha comprometido a respetar al menos hasta el traspaso final de la soberanía en el año 2047, se destruiría”, apuntó Monique Mok, una estudiante de literatura de 22 años que lucía una camiseta negra con el lema Queremos conservar nuestra democracia.
Al concluir la manifestación a medianoche, diez horas después de su inicio, los organizadores del Frente Civil de Derechos Humanos cifraban la asistencia en “casi dos millones de personas”, lo que equivaldría a un 30% de los habitantes de la ciudad y el doble de los estimados el domingo anterior. La Policía local habló por su parte de 338.000 asistentes, aunque reconoció que no habían contado a la gente en las calles adyacentes y solo la del recorrido original. En cualquier caso, se trató de la mayor manifestación registrada en Hong Kong desde hace décadas, al menos desde el traspaso a China de la soberanía británica en 1997.
represión Una protesta que esta vez el Gobierno local no podía disolver con antidisturbios como hizo el pasado miércoles, algo que a ojos vista ha soliviantado todavía más los ánimos de la población como quedó patente ayer. Mucha gente, especialmente la de más edad, aseguraba haber acudido a la marcha por la indignación que le causaron las imágenes de las cargas policiales del miércoles, pocas veces vistas en la ciudad.
“No queremos ver un Tiananmen en Hong Kong”, comentó el profesor universitario jubilado Dan Yiu mientras intentaba a duras penas hacer pasar el carrito de su nieta entre la muchedumbre. “Si China tiene que hacerse con el control total de nuestro territorio dentro de 28 años, queremos que al menos lo haga más despacio, no a esta velocidad”, clamaba Yiu.
A las seis horas del arranque de la manifestación y ante su gigantesca amplitud, Lam emitió un comunicado en el que pidió disculpas a los residentes de Hong Kong y prometió “sincera y humildemente aceptar todas las críticas”, aunque no habló en ningún momento de su renuncia. “La jefa del Ejecutivo reconoce que las deficiencias en el trabajo del Gobierno han creado controversias sustanciales y disputas en la sociedad, decepcionando y entristeciendo a mucha gente”, se limitó a señalar la nota.
La dimisión de Lam era una de las peticiones más escuchadas entre los manifestantes, que la acusan de haber soliviantado a la sociedad hongkonesa al impulsar la ley de extradición y no haber sabido además gestionar la situación creada. En caso de que no acabe rodando su cabeza, sólo la retirada total del controvertido proyecto podría ser capaz de calmar los ánimos de los manifestantes, que también demandan la libertad de los detenidos y que se dejen de definir las protestas como “disturbios”.
Entretanto, la próxima etapa será hoy, cuando los habitantes de la ciudad están llamados a una huelga general.