Buenos aires - Mauricio Macri y Cristina Fernández, los “dueños de la grieta” en Argentina, han sacudido el tablero electoral al trabar alianzas sorpresivas para las presidenciales de octubre próximo que fagocitan otras alternativas políticas.
Cuando aún no ha pasado un mes desde que Fernández de Kirchner (2007-2015) desatara un terremoto político al anunciar que irá por la Vicepresidencia en una fórmula encabezada por Alberto Fernández, uno de sus exjefes de Gabinete y que se había vuelto un duro crítico del kirchnerismo, Macri hizo el martes su propia jugada. Al igual que su acérrima rival, el mandatario argentino echó mano de las redes sociales para anunciar al que será su compañero de candidatura: el peronista Miguel Ángel Pichetto, líder del mayor bloque opositor en el Senado, le secundará por la reelección para gobernar Argentina otros cuatro años.
Pichetto era uno de los puntales de Alternativa Federal, espacio integrado por dirigentes peronistas desencantados del kirchnerismo y combativos de las políticas de Macri y que, a partir de las decisiones de Fernández y el presidente, prácticamente ha implosionado. Era, en cierto modo, la gran tercera opción. “Esta jugada de los dos dueños de la grieta, que son Macri y Cristina, ha ido encerrando al resto de los actores, dejándolos sin aire para ensayar alternativas diferentes”, dijo a Efe el analista político Jorge Arias, de la consultora Polilat.
La “grieta” hace referencia a la polarización extrema entre la oposición peronista -principalmente el sector kirchnerista- y el macrismo. Andrés Gilio, director de la consultora Opina Argentina, coincide en observar que tanto Macri como Fernández optaron como estrategia buscar votos hacia el centro del espectro político, representado por Alternativa federal. “Lo carroñearon”, dijo Gilio.
Como en un juego de ajedrez, la expresidenta y actual senadora labró su jugada magistral eligiendo como candidato a presidente a alguien con capacidad de diálogo y de convencimiento sobre sectores que habían quedado heridos por el kirchnerismo. Así, se acercó a Sergio Massa, su exjefe de Gabinete, que se fue de su lado con claras disidencias y con quien está a punto de sellar una alianza electoral. “Esto empuja más a Massa hacia el polo kirchnerista”, comentó Gilio. Massa era otra de las columnas de Alternativa Federal, espacio que ahora se queda prácticamente vacío, tan solo con el liderazgo del gobernador de la norteña provincia de Salta, Juan Manuel Urtubey.
Según el análisis de Arias, con la jugada de Fernández “el Gobierno entró en pánico al ver que no le quedaban sectores sobre los cuales operar y se lanzó a tratar de sumar aunque sea pequeños sectores que puedan engrosar la propuesta macrista”. La conservadora Propuesta Republicana (Pro) que lidera Macri había llegado a la Casa Rosada a finales de 2015 como parte del frente Cambiemos, también integrado por la Coalición Cívica y la centenaria Unión Cívica Radical (UCR). En el seno de esta última habían surgido fuertes disidencias con respecto a las políticas de Macri, pero recientemente una convención partidista decidió permanecer dentro de Cambiemos con la ilusión de que el mandatario optara por un radical como candidato a vicepresidente.
Eso ha quedado descartado con la elección de Pichetto, lo que deja a los radicales sin margen de maniobra, entre la disciplina de partido, la frustración de sus dirigentes y los guiños que le hace el peronismo para que se pasen a las filas opositoras. La unción de Pichetto como candidato también impacta dentro de Pro, aunque allí el verticalismo partidario ciertamente limitará que las voces se alcen contra el dirigente peronista, una figura controvertida para el macrismo por haber impedido en el Senado que avanzaran las peticiones de la Justicia para retirar los fueros parlamentarios a Cristina Fernández, imputada en varias causas por presunta corrupción.
Con el escenario político labrado a dos puntas por Macri y Fernández, todo hace prever un escenario electoral aún más polarizado que hasta ahora. Aunque queda la duda de si ese nuevo escenario podría eventualmente beneficiar a uno de los pocos candidatos que queda en la vereda del medio, el peronista Roberto Lavagna, ministro de Economía entre 2002 y 2005, los de Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner.