La Federación Rusa se ha sumado a la retahíla de Estados que erigen muros fronterizos. El que acaba de levantar en la frontera de Crimea con Ucrania es una minucia en comparación con otras obras similares de la Historia, pero será a buen seguro tan inútil como todos sus predecesores y sucesores? empezando por el que quiere implantar Donald Trump en la frontera mejicano-estadounidense. En realidad, todas esas construcciones no han sido más que mega monumentos a la incompetencia política y militar. Porque la muralla china con que se pretendía frenar las incursiones de las tribus esteparias no sirvió de nada; igualmente inútil fue la levantada por los romanos entre Inglaterra y Escocia. Y tampoco los muros de Constantinopla resistieron el asalto final de los otomanos. Estériles fueron también los muros de Jerusalén ante los ejércitos babilonios y -después- romanos. Y, a la larga, la más mortífera y sofisticada muralla, la de Berlín, tampoco pudo impedir el colapso político-económico de la Alemania Comunista. Tan solo el “muro de la las lamentaciones” de Jerusalén sigue siendo útil, pero porque es un intento de preservar la fe y la memoria religiosa. Sigue en pie porque no pretende un imposible -detener el curso de la Historia-, sino mantener convicciones y esperanzas.

Bien mirado, este afán amurallador arranca de otro muro : el que está en las cabezas de los inmovilistas y pobres de ideas. Cuando los monarcas chinos no supieron idear defensas contra la rápida caballería mongol, levantaron la imponente muralla china que no cortó el paso a nadie porque los jinetes invasores la orillaron. Y el muro de Berlín -como todo la frontera interalemana, alambrada, minada y trufada de dispositivos automáticos que disparaban metralla- no le sirvió de nada al régimen de la RDA en sus intentos de mantener la fidelidad de una población cada vez más desencantada.

En el caso último -el que separa Crimea de Ucrania-, la construcción es tanto más absurda por cuanto no hacía falta alguna.

La gran mayoría de los residentes de Crimea se siente rusa y casi nadie tiene la menor tentación de irse a Ucrania, un país con un nivel de vida y seguridad muy inferior al suyo. Tampoco el riesgo de invasión civil pasa de lucubración ultra nacionalista, dada la psicosis antirrusa imperante en Ucrania y lo arriesgado que sería físicamente un trayecto por esa parte de Ucrania.

Seguramente, los periodistas y propagandistas rusos son muy conscientes de lo absurda que es la decisión de levantar el muro de Crimea. Y en las noticias oficiales y oficiosas emitidas desde Moscú acerca del tema se añade que, a más de los fines militares, la nueva muralla es también una medida contra el contrabando? Por lo menos, esto podría darle un sentido práctico a la medida y reducir un poco la vergüenza propia y ajena.

Por último, queda flotando la amenaza del muro anti migración de la frontera mejicano-estadounidense. Por ahora parece que el Congreso de Washington bloquea el proyecto y le ahorrará al país un puñado de dólares y un ridículo mayúsculo; un ridículo de esos que aparentemente le encantan al presidente Trump.