Brasilia - Jair Bolsonaro asume el poder con un discurso radical en el que defiende la “mano dura”, añora la dictadura militar y enaltece los valores de la sociedad más conservadora. El capitán retirado del Ejército brasileño, de 63 años, conquistó a un electorado que dice desconfiar de los políticos en general y considera corrupta a toda la clase política. Bolsonaro vendió su imagen de solución para un Brasil inseguro, violento, conflictivo y corrupto mediante un discurso radical con el que consiguió calar en la sociedad.

Polémico por sus insistentes declaraciones machistas, racistas, homófobas y misóginas, aglutinó a su favor a millones de brasileños que se dicen insatisfechos con la inseguridad en el país y con la corrupción de los políticos, razón por la que sus detractores le acusan de explotar la desesperación de las personas. Bajo su lema Brasil por encima de todo. Dios encima de todos, generó protestas de colectivos feministas y de defensa de los derechos humanos por su idea de seguridad y familia tradicional. “Sería incapaz de amar un hijo homosexual. Prefiero que un hijo mío muera en un accidente a que aparezca con un bigotudo por ahí. Para mí, estaría muerto de cualquier forma”, afirmó en 2011. Durante sus 30 años como legislador, defendió la pena de muerte, la prisión perpetua, el régimen de trabajos forzados para condenados, la reducción de la edad penal de 18 a 16 años y el control de la natalidad como herramienta para combatir la pobreza y la violencia. - Sandra Carnota Malló