Bangkok - Indonesia investiga junto a científicos extranjeros cómo se produjo el tsunami de hace una semana en el estrecho de Sonda, en un principio atribuido al desplome del volcán Anak Krakatau, cuyo cráter ha perdido unos 200 metros de altura. Australia, Estados Unidos, Francia y Japón son los países con los que Indonesia comparte datos geológicos, según el ministro de Energía y Recursos Minerales indonesia, Ignasius Jonan.

El objetivo es aprender de la experiencia y mejorar la precisión de los análisis porque el tsunami del día 22 en el estrecho de Sonda, que separa las islas de Java y Sumatra, fue el primero registrado en Indonesia que no tiene su origen en un terremoto. Las autoridades indonesias no han ofrecido hasta la fecha una explicación oficial de la causa, aunque una de las hipótesis más recurrente es que el desplome de una sección del volcán produjo el tsunami.

El Anak Krakatau, nombre indonesio que significa “hijo del Krakatoa”, se alzaba en una isla del estrecho de Sonda a 340 metros sobre el nivel del mar, pero tras lo sucedido su altura ha quedado reducida a 110 metros. La caída de esa sección en el mar podría ser el origen de las olas de varios metros que se abatieron en las costas del sur de Sumatra y del oeste de Java en la noche del sábado 22 de diciembre. A algunos indonesios les sorprendió la catástrofe acostados, a otros en casa frente el televisor o en la mesa o fuera de la vivienda. Cuando llegaron la olas, Wahid se encontraba haciendo albóndigas, que luego vende, en su domicilio de la aldea de Way Muli, en la provincia de Lampung, en Sumatra. Él sobrevivió, pero su casa sufrió daños importantes, como todas aquellas edificaciones construidas de madera y palma en vez de ladrillos y cemento.

Los últimos datos oficial de víctimas confirman 426 muertos, 23 desaparecidos, 7.202 heridos y 40.386 desplazados. El distrito de Pandeglang, en la provincia de Banten, en Java, es la zona más afectada, con 288 víctimas mortales. “Los desplazados todavía necesitan asistencia diaria y logística”, admitió hoy el portavoz de la Agencia Nacional de Gestión de Desastres (BNPB), Sutopo Purwo Nugroho, por las redes sociales. La Cruz Roja y Médicos sin Fronteras son algunas de las organizaciones nacionales y extranjeras que prestan asistencia a los evacuados. Muchos de los desplazados aguardan que las autoridades les permitan regresar a sus casas, otros han decidido por sí mismos que recibirán el 2019 en sus hogares o en los de familiares.

Las autoridades no dan todavía la luz verde porque el Anak Krakatau no se ha calmado, es más, el jueves pasado tuvieron que subir el nivel de alerta del dos al tres, en una escala de cuatro. La medida significó la imposición de una zona de acceso restringido en torno al volcán de cinco kilómetros y la petición a los habitantes a ambos lados del estrecho de Sonda de que mantenga una distancia de entre medio y un kilómetro del mar, en prevención a que pueda ocurrir otro tsunami.

El presidente del Consejo Indonesio de Ulemas, Ma’ruf Amin, dijo ayer en un acto religioso en Banten para las víctimas que el tsunami no fue un castigo divino. Amin, quien compite para la vicepresidencia del país en las elecciones del 17 de abril próximo, añadió que no obstante podría ser una prueba para probar la fe de los indonesios. Indonesia es cuarto país más poblado del mundo con 265 millones de habitantes y el que tiene la comunidad musulmana más numerosa.

El de Sonda es el segundo tsunami de importancia que sufren los indonesios este año, tras el ocurrido el 28 de septiembre en la isla de Célebes que mató a 2.256 personas. El peor tsunami del que se tiene registro en Indonesia sucedió el 26 de diciembre de 2004 y causó 167.000 muertos en el país, además de otros 59.000 en once países bañados por el océano Índico, como Tailandia, India o Sri Lanka. - Efe