Katowice (Polonia) - La Cumbre del Clima comenzó ayer en Katowice (Polonia), donde durante las próximas dos semanas se sucederán reuniones y complejas negociaciones para implementar el Acuerdo de París de 2015, que insta a frenar el calentamiento global recortando de forma drástica las emisiones contaminantes. Se considera la COP24 es la cumbre más importante desde la de París, aunque las ausencias de grandes líderes mundiales durante su inauguración restó brillo a una cita que aborda amenazas planetarias que no entienden de problemas de agenda.

No fue el caso del presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, quien viajó a Katowice para estar presente en el arranque, en el que avanzó que España se fijará metas más ambiciosas en reducción de emisiones y, así, se propone reducir un 37% los niveles actuales para 2030 y llegar en 2050 a rebajarlas en al menos un 90%. Durante la inauguración, todos los intervinieres hicieron hincapié en la importancia de dar pasos decisivos contra el cambio climático. En este sentido, el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, exhortó a Gobiernos e inversores a apostar “por la economía verde, no por el gris de la economía carbonizada”. Guterres recordó a los delegados presentes que hay que “movilizar cuanto antes recursos para mitigar el avance del cambio climático”, e hizo énfasis en numerosas ocasiones en la “oportunidad económica que supone la transición a un modelo económico respetuoso con el medio ambiente”.

“No estamos haciendo lo suficiente para capitalizar las enormes oportunidades sociales, económicas y ambientales que supone la acción climática”, afirmó Guterres, quien como el resto de la plana de Naciones Unidas quiere hacer llegar a la sociedad global el mensaje de que un cambio a la economía verde es algo positivo que generará nuevas vías de negocio, empleo y bienestar. Más reacio a este salto se mostró el presidente del país anfitrión, Andrzej Duda, quien en su línea mantuvo un discurso más ambiguo en el que abogó por la lucha contra el cambio climático aunque sin que eso suponga limitar la soberanía nacional de cada país y su disposición sobre sus propios recursos energéticos. “El uso de los recursos naturales propios, en el caso de Polonia del carbón, y la seguridad energética que esto nos reporta no está en conflicto con la protección del clima y con el avance hacia una política climática más activa”, dijo Duda durante su intervención ante el pleno, donde se desmarcó del resto de mandatarios que apostaron sin fisuras por reducir el uso de combustibles como el carbón.

Polonia aún depende en un 80% del carbón para producir su energía, pero pretende reducir su peso al 60% para 2030 y al 30% para 2040, tomando como referencia los niveles de 1990, gracias a una política energética basada en la energía nuclear (con la conexión a la red en 2033 de la primera de las seis plantas previstas) y fuentes renovables. Según explicó el asesor de la Asociación Eléctrica de Polonia, Krzysztot Laskowski, el coste que tendrá la inevitable “decarbonización” de la economía polaca será “altísimo”, a lo que se sumarán dificultades técnicas e incluso oposición popular. Para la subdirectora del programa global de clima y energía del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), Vanesa Pérez, “este tipo de citas dan la oportunidad a los países de tomar liderazgo”, por lo que espera que el Gobierno polaco “comience a cambiar su discurso y a lanzar mensajes muy claros dirigidos a la reducción de emisiones y a una economía más limpia”.

Expectativas aparte, esta cumbre “sólo será un éxito si se logra acordar reglas de implementación del Acuerdo de París, con un compromiso por escrito de los países para tener antes de 2020 sus acciones nacionales revisadas”, subrayó Pérez.

RÉCORD DE EMISIONES Dos años después de la firma del Acuerdo de París para reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2) y evitar la subida de la temperatura global, las condiciones entonces impuestas parecen ser insuficientes en la actualidad, según Naciones Unidas. Así lo declaró ayer el director de ONU Medio Ambiente en América Latina y el Caribe, Leo Heileman, advirtiendo en una conversación con un grupo de medios de que el último informe al respecto señala que en 2017 se alcanzó el mayor número de emisiones desde que estas se empezaron a registrar.

Si bien de 2014 a 2016 el número se había mantenido más o menos estable, el pasado año se registró un incremento de las emisiones a nivel global de 1,7 gigatoneladas de CO2 equivalente, sumando un total de 53,5 gigatoneladas que agudizan la crisis climática. “Los niveles que se tienen ahora no son suficientes para alcanzar lo que dice el Acuerdo”, aseveró.

Esto deja en un lugar dudoso los compromisos pactados en 2016 por numerosos países, lo que obliga a repensar qué otros actores de la sociedad pueden aliviar una crisis que los Gobiernos no parecen estar tomando con la seriedad requerida. Sin ir más lejos, el asunto es una de las líneas de diálogo que están abiertas en la cumbre de Katowice. Heileman atribuyó el incremento de emisiones principalmente al “crecimiento de la economía global”, algo lógico si se tiene en cuenta que de 2014 a 2016 “había una contracción de la economía” que estabilizó el vertido de sustancias tóxicas.

Temperatura. En cuanto a las expectativas, los expertos “esperan que se llegue a un nivel máximo de emisiones en los próximos años”. No obstante, las consecuencias de esto a futuro se presentan nefastas. Según el director de ONU Medio Ambiente en América Latina y el Caribe, Leo Heileman, dependiendo de los expertos, se estima que la temperatura global podría llegar a incrementarse de 3 a 5 grados centígrados en 2100, algo que disloca el objetivo por el que se creó el Acuerdo de París de mantener el incremento a 1,5 grados centígrados. No obstante, Heileman matizó que el Acuerdo “no ha sido un fracaso”, pues todavía se desconoce el resultado que dará a largo plazo. La prioridad ahora es que los Gobiernos que aceptaron las condiciones cumplan estrictamente con ellas.