Decenas de neonazis, gritando consignas y con símbolos fascistas y banderas de EEUU, llegaron ayer a Washington para su marcha en defensa de “los derechos civiles de los blancos” que estaba previsto celebrar en el parque Lafayette, situado frente a la Casa Blanca. Separados de los supremacistas solo por una cinta de plástico amarilla, activistas de izquierdas gritaban consignas y agitaban pancartas, mientras decenas de periodistas y cámaras de televisión captaban el momento de tensión. Los neonazis paseaban envueltos en grandes banderas estadounidenses para marchar frente a la Casa Blanca, mientras algunos lucían símbolos con la bandera confederada, la de los estados del sur de EEUU que defendían la esclavitud en la Guerra de Secesión (1861-1865).
Para viajar a Washington, los neonazis se reunieron en la estación de metro de Vienna, en la localidad de Fairfax (Virginia), a las afueras de Washington. En los vagones, los neonazis iban acompañados de decenas de agentes de seguridad del servicio de metro, así como por agentes de la policía local de Alexandria. La marcha de Unir a la derecha” se celebra en el primer aniversario de una protesta similar en Charlottesville (Virginia), que se saldó con tres muertos y una veintena de heridos.
atropello Los convocantes preveían que unas 400 personas se manifestaran en el Parque Lafayette, según figura en el permiso que pidió al Ayuntamiento Jason Kessler, que organizó también la protesta en Charlottesville (Virginia) el año pasado, en la que murió una mujer atropellada por un supremacista que embistió con su coche a una contramanifestación.
Mientras, miles de personas -incluidos ancianos y familias con niños- participaron al mediodía en una protesta antirracista en otra plaza del centro de la capital y algunos tenían planeado llegar hasta la Casa Blanca para hacer frente a los supremacistas. Al tiempo, en Charlottesville se recordaba con dolor la trágica marcha supremacista blanca de hace un año que cambió para siempre esa ciudad, que no ha olvidado el ataque y sigue con la lucha contra el racismo y los movimientos neonazis. El centro neurálgico de la actividad estuvo situado en el lugar exacto donde Heather Heyer, de 32 años, fue embestida brutalmente por el neonazi.
Varios centenares de personas acudieron a ese punto, adornado con flores, fotografías, mensajes y cartas de recuerdo y custodiado fuertemente por las fuerzas del orden ante posibles riesgos por parte de grupos racistas. La visita más esperada fue la de Susan Bro, la madre de Heyer, quien acudió con un ramo de flores que depositó en el memorial justo a la hora en que el coche impactó contra su hija, causándole la muerte, el 12 de agosto de 2017.
“Gracias a todos por venir a recordar a mi hija, pero esto no solo tiene que ver con Heather: hubo muchas personas heridas”, dijo una emocionada Bro, que llegó acompañada de su marido. “Tenemos un problema enorme de racismo en este país y tenemos que arreglarlo”, exclamó la madre, ahora también activista y fundadora de la Fundación Heather Heyer, que brinda becas a jóvenes activistasa. En este sentido, Bro recordó, entre sollozos, que “muchas madres pierden a sus hijos cada día” y no reciben la misma atención mediática que ella ha tenido.
Una de las asistentes, Angeline Conn, amiga personal de Heyer e integrante del movimiento Black Lives Matter (Las vidas negras importan), declaró que los actos organizados sirven para “hacer saber (a Heyer y a todos) que su vida no fue en vano”. “Estaba a unos 60 centímetros de Heather y vi como fue embestida, dio vueltas en el aire y cayó brutalmente al suelo, recordaba una de las participantes.
El sepulcral silencio se cortaba en alguna ocasión por protestas contra la policía, que custodiaba la zona con varios centenares de agentes y asistencia aérea, con al menos tres helicópteros. “¿Dónde estabais el año pasado?”, preguntaban a gritos los asistentes al memorial de Heyer a los cuerpos de seguridad, motivando algún momento de tensión.
Para Conn, el hecho de que las autoridades hayan dado el visto bueno a otra protesta de este tipo es “ridículo” y una ofensa para los grupos antifascistas y las minorías, en referencia al acto de Washington. “Esto ocurre porque tenemos supremacistas blancos infiltrados en el poder”, apuntó sin titubear la joven activista. - Efe/E.P.