La implacable persecución turca del nacionalismo kurdo va en aumento: a la represión nacional y la ofensiva militar del norte de Siria se suma ahora también la ofensiva en el noreste del Irak.

Evidentemente, esta amplia acción armada está motivada por la política supernacionalista del presidente Erdogan pero, en igual o mayor medida, por el talón de Aquiles que ha caracterizado desde siempre la política de los kurdos: las irreconciliables querellas de sus dirigentes.

Desde el punto de vista turco, las operaciones militares resultan evidentes. A los kurdos de la región de Afrín (frontera turco-siria occidental) los echó de allá para impedir un vasto territorio sirio-iraquí a lo largo de la frontera turca en manos kurdas. Y se les pudo echar porque, una vez desmantelado el peligro fundamentalista de EI (Estado Islámico), los combatientes kurdos -en su mayoría miembros del PKK, Partido Comunista kurdo de Turquía- ya no gozaban de la protección estadounidense.

Y tras la “limpieza” de Afrín, los soldados de Erdogan han echado a las tropas kurdas de Sindchar (NE del Irak) porque estas carecían de aliados tanto en Bagdad como entre los demás grupos nacionalistas kurdos. Aquí, a diferencia de Afrín, Ankara se enfrentaba tanto a un problema militar -pequeño- como diplomático. Porque en el Irak, el Gobierno nacional que sí dispone de un Ejército, aunque más débil que el turco, se opone tajantemente a que tropas extranjeras pisoteen la soberanía del país, actuando por su cuenta y sin permiso en el territorio. Pese a ello, tanto en Sindchar como en Afrín los soldados turcos no encontraron más resistencia que la de los guerrilleros kurdos. Con el agravante en el segundo caso, de que en Irak sí que existe un ejército nacional que podría haber intervenido. Pero el Gobierno de Bagdad ha soportado siempre muy mal la autonomía kurda del norte del país -bajo la tutela del conservador Barzani- porque ésta pretende quedarse con el dinero generado por los yacimientos de la zona de Mosul. De ahí que el Gobierno iraquí pusiera el grito en el cielo, pero dejara campar a sus anchas en Sindchar al Ejército turco.

Y las milicias comunistas de los kurdos turcos, así como las de los otros grupos kurdos del Irak y Siria, tampoco prestaron a los de Sindchar más ayuda que unas jeremiadas periodísticas? y una mal disimulada alegría egoísta, porque desde siempre en el nacionalismo kurdo los intereses partidistas y personales han primado sobre los nacionales.