Rafah - El neumático que rodaba el palestino que murió de un disparo israelí por la espalda se ha convertido en símbolo de las protestas en Gaza, y ayer comenzaron a arder algunos de los miles que quemarán hoy para mostrar también “la asfixia” en la que viven por el bloqueo.

Dos hileras de ruedas, pintadas de azul y rosa y clavadas en la tierra, dan entrada al campamento de protesta de Rafah, en el sur de Gaza, donde jóvenes palestinos se apresuran a descargar centenares de neumáticos, éstos sin pintar, que traen los camiones desde primera hora de la tarde. “¡Estamos asfixiados! ¡No podemos más! ¡No tenemos trabajo, queremos trabajar! ¡Queremos salir, queremos conocer Jerusalén, queremos conocer el mundo!”, clama con desesperación el joven Abu Naser en declaraciones a Efe, con el humo de fondo de las primeras ruedas prendidas. “Mañana (por hoy) será la revolución de las ruedas quemadas contra el enemigo para bloquear la visión de los soldados que disparan a nuestros hijos”, explica a Efe el anciano Jaled Al Hasanat sobre la “táctica” prevista para este viernes.

El neumático se ha convertido en un emblema para recordar a Abdelfatá Abd al Nabi, de 18 años, que en un vídeo de las protestas del pasado viernes cae herido de muerte al suelo tras recibir un disparo por la espalda del Ejército israelí cuando corría en dirección contraria a la valla fronteriza, con una rueda. Su nombre junto al de los palestinos fallecidos en las protestas del pasado viernes está escrito en un cementerio simulado de montículos de tierra en el campamento de Rafah, al que falta añadir “algunos muertos”.

En total 21, desde el pasado viernes, tanto de las manifestaciones como de los incidentes que se repiten cada día, junto a la línea fronteriza, incluido el cuerpo que encontraron ayer junto a la valla de separación.

El Ejército de Israel confirmó que se disparó contra un individuo armado que se encontraba junto a la valla y advirtió de que “no permitirá ningún daño a la seguridad de civiles israelíes y continuará operando contra los terroristas involucrados en actos de terror”.

Además, Israel alertó a la Unión por el Mediterráneo (UpM) y a la Organización Mundial de la Salud (OMS) de que los planes para hoy “de incendiar 10.000 neumáticos”, que atribuye al movimiento islamista Hamás, pueden causar un enorme daño medioambiental.

“Hamás está animando pero no considero que sea el promotor de esto. Lo que tienes son a jóvenes desesperados, fuera de control que no pueden más con la situación en Gaza. Después de diez años de bloqueo, no tienen nada que perder”, valora Mohamed Abuhashem, del Centro Palestino de Derechos Humanos (PCHR).

Desde la oficina central de la ONG en la ciudad de Gaza, que condenó el “uso excesivo de la fuerza” por parte del Ejército israelí contra civiles palestinos, Abuhashem ha decidido no ir hoy a la manifestación porque teme más muertos. Participó con su familia en la del viernes pasado que, insiste, organizaron todos los sectores palestinos creando la denominada Gran Marcha del Retorno que durará hasta el próximo 15 de mayo, Día de la Nakba: “No queremos más cadáveres, pero Gaza no puede seguir así”, lamenta.

En los campamentos de protesta, cinco a lo largo del enclave, levantados con el fin de pedir el derecho al retorno a las poblaciones originarias, que hoy están en Israel, de 1,3 de los dos millones de refugiados (incluidos descendientes) que hay en Gaza, se acumulan las reivindicaciones.

Desde las teóricas, como el rechazo hacia la decisión de EEUU de declarar Jerusalén como capital israelí o el fin de la ocupación de los territorios palestinos, a las básicas como el trabajo, el alimento, la posibilidad de viajar y las oportunidades, que reclama Abu Naser. “Nos dispararán (el Ejército israelí), pero lo haremos, saldremos, porque ¡estamos asfixiados!”, grita reiteradamente Abu Naser, coreado por el resto de jóvenes del campamento de Rafah que entonan el mismo malestar.