Múnich - La Unión Europea (UE) expresó ayer sus dudas ante la propuesta de la primera ministra británica, Theresa May, que pidió en la Conferencia de Seguridad de Múnich (MSC) sellar un acuerdo de seguridad entre la UE y Reino Unido tras el Brexit para evitar “consecuencias dañinas”. El presidente de la Comisión Europea (CE), Jean-Claude Juncker, que también participó en este foro, consideró que “no se deben mezclar” las negociaciones sobre la salida de Reino Unido de la Unión Europea con conversaciones sobre un posible nuevo tratado bilateral de seguridad.

May, al intervenir en la MSC, había propuesto “un nuevo tratado para una nueva relación de seguridad que preserve nuestras capacidades” y había asegurado que su gobierno estaba “incondicionalmente” comprometido con la idea de “mantener la cooperación en defensa” con el resto de socios de la UE.

Londres quiere “continuar con esta cooperación” en defensa y seguridad” tras el Brexit, aseguró May, quien advirtió a Bruselas de que si su objetivo es romper lazos pueden producirse “dañinas consecuencias reales”. “Nada se tiene que poner en nuestro camino. Si ponemos esto (en referencia a la seguridad de los ciudadanos) en el centro, encontraremos los medios”, afirmó May, que instó a “no retrasar las conversaciones” en este punto y avanzar “con urgencia”, “ambición” y “creatividad”, para lograr “un tratado para la seguridad de todos los europeos”.

La primera ministra mostró su interés en participar en proyectos transnacionales que puedan recibir financiación del Fondo Europeo de Defensa, un instrumento recién implementado en la UE y que prevé inyectar importantes cantidades dinero público para iniciativas de la industria armamentística. Además, aseguró que Londres querría tener voz en la conformación de cuestiones en las que se avance en estrecha cooperación, como operaciones militares conjuntas en el exterior o la imposición de sanciones.

May, a la vez, aseguró que a raíz del Brexit Reino Unido tendrá sus propios objetivos en política exterior y desarrollará sus propios estándares y un sistema legal independiente del comunitario, aunque señaló que los “valores” subyacentes seguirán siendo los mismos.

En esta Conferencia de Seguridad de Múnich (MSC) Washington y Moscú chocaron ayer en torno a las presuntas interferencias rusas en las elecciones de EEUU tras las acusaciones formalizadas el viernes por el fiscal especial, Robert Mueller.

El asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Herbert Raymond H.R. McMaster, calificó en este foro de “incontrovertibles” las evidencias presentadas por Mueller contra trece ciudadanos rusos y tres entidades rusas, a las que el fiscal especial acusó de lanzar “una guerra informativa”. El ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, aseguró por su parte en esta conferencia, aunque en un acto separado, que las acusaciones sobre la implicación rusa eran mera “palabrería” ante la ausencia de evidencias. McMaster fue más allá y acusó al Gobierno ruso de tratar por distintos medios de “socavar las democracias en occidente”.

A juicio, las evidencias de la implicación rusa son ahora “públicas” e “incontrovertibles”, gracias a los avances técnicos, que han permitido atribuir las actividades en Internet y trazar los ataques hacia atrás hasta llegar a su origen.

El asesor de Seguridad Nacional subrayó además dirigiéndose al Gobierno ruso que su intento de polarizar a las sociedades occidentales promoviendo a grupos extremistas tanto en la derecha como en la izquierda “no funciona”.

Lo que está provocando, prosiguió Mueller, es que se esté uniendo la inmensa mayoría del espectro político contra Rusia, como sucedió en el Senado estadounidense cuando se aprobaron de forma mayoritaria las últimas sanciones contra Moscú.

Lavrov, por su parte, solo se refirió a esta cuestión al ser interrogado al respecto después de ofrecer un discurso y entonces se limitó a decir que no tenía una respuesta y que hasta que no se presentasen “hechos” todo era “sólo palabrería”.

El ministro ruso denunció en su discurso la difusión del “mito irracional de la amenaza rusa” en Occidente que se ha propagado en los últimos años y apuntó que se quería ver la huella del Kremlin en todo tipo de acontecimientos, “del Brexit al referéndum catalán”.

Lavrov atacó el conjunto del relato occidental sobre la situación actual de las relaciones exteriores, de Siria a Ucrania, y acusó a la Unión Europea, EEUU y la OTAN de mentiras y violaciones de la legalidad internacional.

Problemas con Rusia Asimismo aseguró que Rusia es la primera interesada en acabar con el “conflicto interno” de Ucrania y que desea una UE fuerte dentro de una arquitectura internacional equilibrada donde EEUU, la EU y Rusia cooperen en el ámbito de la seguridad.

Mueller, encargado de investigar la trama rusa, acusó el viernes a trece ciudadanos y tres entidades de Rusia de haber lanzado “una guerra informativa” en Internet para dividir a la sociedad estadounidense e influir en las elecciones de 2016.

“Los acusados supuestamente llevaron a cabo una guerra informativa contra EEUU con la meta establecida de difundir desconfianza contra los candidatos y contra el sistema político”, aseguró en una rueda de prensa el número dos del Departamento de Justicia, Rod Rosenstein, que supervisa esta investigación.

Según las pesquisas, los acusados comenzaron a operar en 2014 y su objetivo era “sembrar la discordia” en el sistema político de EEUU, incluidas las elecciones,

Entre las supuestas operaciones figuró, por ejemplo, dar apoyo al ahora presidente, el republicano Donald Trump, y perjudicar a la candidata demócrata, Hillary Clinton.

El escrito de acusación establece que algunos de los implicados interactuaron con estadounidenses asociados con la campaña de Trump, cuyos nombres no menciona, y que no se dieron cuenta de que estaban siendo manipulados. - Efe