Praga - El euroescéptico Milos Zeman consiguió revalidar su cargo como presidente de la República Checa por otros cinco años, al ganar la segunda y decisiva vuelta de las elecciones frente al independiente y europeísta Jiri Drahos.
Con el escrutinio ya finalizado, Zeman logró el 51,36% de los votos, frente al 48,64% de su rival, en unos comicios en los que hubo una participación del 66,5%, la más alta registrada en unas presidenciales, que este año se celebraron por segunda vez por sufragio directo. Aunque el resultado fue bastante ajustado, Zeman venció en diez de las catorce regiones, así como en 58 de las 77 provincias en que se divide este país.
Más de 8,3 millones de checos estaban llamados a las urnas para elegir al presidente, que, si bien tiene funciones más bien protocolarias, también puede ser influyente, como a la hora de encargar la formación de Gobierno y el nombramiento de jueces. “Es mi última victoria política”, aseguró en una primera reacción el también exprimer ministro y antiguo líder del Partido Socialdemócrata, de 73 años, que sufre una neuropatía que merma sus movimientos.
Además, prometió ser “más humilde”, “menos arrogante” y “más abierto frente a las opiniones distintas”, si bien ironizó contra algunos medios de comunicación críticos. Zeman no solo es controvertido por su forma de hablar, opinar y comportarse en público, sino también por ir a contracorriente de muchos de sus homólogos occidentales, sobre todo por su aversión abierta al islám y al multiculturalismo. También muestra abiertamente sus simpatías hacia Moscú, cuando buena parte de Occidente se mantiene distanciado del presidente ruso, Vladímir Putin, por la anexión de Crimea en 2014, que el líder checo justificó como algo “inevitable”.
Jan Kavan, exministro de Exteriores y antiguo correligionario de Zeman, auguró en declaraciones a la cadena de noticias CT24 que la República Checa mantendrá la “buena relación con todos los aliados europeos, con la OTAN, con Rusia y con China”. Destacó que el presidente reelegido es un político “proeuropeo que nunca cuestionó ser miembro de la OTAN”.
Por otra parte, Zeman anunció que mantendrá su hoja de ruta respecto a la formación de un nuevo Gobierno, el cual actualmente se encuentra en funciones tras fracasar la semana pasada en la sesión de investidura.
Antes de las elecciones, Zeman dijo que iba a conceder un plazo “amplio” al primer ministro, el multimillonario Andrej Babis, para tratar de conseguir aliados en el Parlamento. Entre estos se baraja a los socialdemócratas, los xenófobos del SDP y los comunistas, que podrían al menos tolerar un nuevo Ejecutivo.
El magnate Babis, líder de la Alianza de Ciudadanos Descontentos, ganadora en los comicios legislativos de 2017, es investigado por supuesto fraude con fondos comunitarios. La investigación en marcha, que desencadenó la pérdida de su inmunidad parlamentaria, parece no importar a Zeman, que da prioridad a la presunción de inocencia. Una postura que rechaza de plano Drahos, expresidente de la Academia de Ciencias, derrotado en las urnas por 155.000 votos.