Seúl - Corea del Norte anunció ayer que celebrará su día del Ejército el 8 de febrero, la víspera del arranque de los JJOO de PyeongChang, algo que puede ensombrecer el acercamiento con el Sur tras los acuerdos para que participe en este evento deportivo. La decisión norcoreana de conmemorar de nuevo esa efeméride -el 8 de febrero fue festivo nacional hasta los 70, cuando se cambió al 25 de abril- parece venir motivada por el hecho de que en esa fecha se cumplen 70 años del establecimiento oficial de su ejército regular. Pero ante todo, confirma las informaciones que ya la semana pasada apuntaban a que Pyongyang preparaba actos para ese día, incluido un posible desfile militar.
En ese sentido, fotografías tomadas por un satélite durante varios días entre el 26 de diciembre y el 12 de enero han mostrado grandes despliegues de tanques y otros vehículos motorizados en la base aérea de Mirim, al este de la capital norcoreana, en lo que parecen ser ensayos para un gran desfile militar.
Un portavoz del Ministerio surcoreano de Defensa explicó que aún no se ha determinado si habrá o no un desfile aunque aseguró que Seúl y Washington mantienen desplegados estos días todos “sus activos de reconocimiento para vigilar cada movimiento militar” que se produzca en Corea del Norte.
Por su parte el artículo de la agencia estatal de noticias KCNA en el que se realizaba el anuncio se limita a decir que el régimen norcoreano “conmemorará significativamente” la efeméride sin ofrecer más datos al respecto.
Perjudicial para la distensión Muchos creen que un gran desfile en la víspera de los Juegos sería perjudicial para la mejora de lazos y la rebaja de tensión después de los acuerdos alcanzados este mes entre Seúl y Pyongyang para que Corea del Norte participe en los Juegos de Invierno que arrancan el 9 de febrero en el condado surcoreano de PyeongChang. Ambas decidieron además desfilar juntas en la ceremonia inaugural ese día bajo la llamada bandera “unificada”.
Estos acuerdos llegaban después de que Seúl y Washington acordaran aplazar sus habituales ejercicios militares anuales -los cuales Pyongyang ve como un ensayo para invadir su territorio- con el fin de que no coincidieran con PyeongChang 2018 y evitar así nuevos test de armas norcoreanos durante los Juegos Olímpicos de invierno.
Por otro lado, Corea del Norte tachó ayer de “atrocidades imperdonables” la quema de banderas norcoreanas y de fotos del líder Kim Jong-un llevadas a cabo en Seúl el lunes por grupos conservadores en protesta por su participación en los JJOO de Invierno. En un artículo publicado por la agencia de noticias estatal KCNA, el régimen acusa a los líderes de estos grupos y al espectro político conservador surcoreano de estar realizando “comentarios imprudentes que enfrían la atmósfera creada con gran dificultad para la mejora de relaciones intercoreanas”.
llamada al pueblo surcoreano Por su parte, la oficina presidencial surcoreana hizo público ayer un comunicado pidiendo a la opinión pública que apoye los Juegos de PyeongChang, a los que calificó como “un motor para avanzar hacia la paz en la península coreana” e instó a evitar manifestaciones como la de este lunes.
Seúl envió ayer además a su primera delegación a Corea del Norte desde principios de 2016 en el marco de los acuerdos alcanzados en torno a los Juegos Olímpicos. Este grupo de 12 integrantes visitará instalaciones en el Monte Kumgang y la estación de esquí de Masikryong, ambos en la provincia norcoreana de Gangwon, donde las dos Coreas tienen previsto realizar una serie de actos culturales y entrenamientos deportivos conjuntos antes de que comience la cita deportiva.
El próximo jueves, día en el que retorna esta delegación surcoreana, una representación del Norte viajará a su vez al Sur para inspeccionar los recintos deportivos y alojamientos que emplearán los artistas, funcionarios y atletas norteños que participarán en PyeongChang 2018.
Seúl se ha mostrado convencido de que el acercamiento entre las dos Coreas, que permanecen técnicamente en guerra desde hace más de 65 años, puede ayudar a iniciar el diálogo de Washington y Pyongyang tras un 2017 marcado por los cruces de amenazas entre estas dos partes y las repetidas pruebas de armas del régimen de Kim Jong-un.
Mientras, en EEUU, el director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), Mike Pompeo, instó ayer a los estadounidenses a no sentirse aún amenazados por la escalada nuclear de Corea del Norte, si bien reconoció que el régimen de Pyongyang está cada día más cerca de convertirse en una “amenaza real”.