París - El presidente francés, Emmanuel Macron, reforzó ayer su discurso de firmeza frente a la inmigración ilegal, que le ha valido duras críticas de intelectuales y asociaciones humanitarias, al tiempo que preconizó una mayor coordinación europea para atajar este problema.

En una visita a Calais, emblemática ciudad del noroeste del país que hasta hace algo más de un año albergaba el mayor campamento de inmigrantes de Europa, Macron fustigó los discursos de la “buena conciencia” y apostó por una política activa que mejore la acogida de urgencia pero incremente las expulsiones.

En el debate sobre la inmigración, el presidente trató de situarse a medio camino entre quienes le reprochan una elevada dureza contra los inmigrantes y la extrema derecha que le acusa de debilidad frente a los ilegales. Y aseguró que la respuesta debe ser europea, con un mayor control de fronteras, una convergencia en el derecho de asilo y un sistema único de control, que debe desembocar en la creación de una oficina europea para los refugiados.

la huella de Calais Macron reconoció las huellas que la inmigración ha dejado en la región de Calais y aseguró que para borrarlas pedirá ayuda al Reino Unido, el destino de la mayor parte de los inmigrantes que jalonan el territorio. Pero advirtió de que no permitirá que se instale otro campamento como la famosa jungla desmantelada en octubre de 2016 y que mantendrá el esfuerzo para impermeabilizar la frontera con el Reino Unido para que Calais no se convierta en una “puerta falsa” de entrada de ilegales en ese territorio. En la línea del proyecto de ley sobre la inmigración que prepara su Gobierno, Macron apostó por mejorar las condiciones de recibimiento de los inmigrantes y reducir los plazos de expulsión. - Efe