Caracas - Venezuela vive una de las Navidades más difíciles de los últimos tiempos, con manifestaciones casi diarias en la última semana por la falta de prácticamente “todo”, desde gas a alimentos pasando por agua. En una Venezuela golpeada por una inflación de cuatro dígitos (2.000%), los habitantes de las zonas populares del país no han dudado en salir a la calle para protestar por el suministro de agua o para reclamar la tardanza en la llegada de las bolsas de alimentos distribuidas por el Gobierno de Maduro.

“Estamos protestando aquí por todo, por la salud, por la comida, estamos protestando porque no hay transporte, estamos protestando porque no hay seguridad social, estamos protestando por todo lo que el ser humano, la persona, necesita para vivir en un país normal”, se quejaba Marbelys Arias, de 34 años, durante una manifestación en el oeste de Caracas el pasado jueves. “Los niños se desmayan. Los niños no pueden ir al colegio, van un día sí, un día no. Pierden horas de clase, pierden días de clase, meses de clase porque no tienen una buena alimentación. No tienen proteínas porque el pollo está por las nubes, la carne está por las nubes, la harina está por las nubes”, denunció Arias, quien protestó también por las carencias en los hospitales.

Grupos de colectivos (civiles que apoyan al Gobierno chavista) se presentaron en el lugar de la protesta para tratar de calmar a los manifestantes hablando con ellos. Sin embargo, los ánimos están encendidos y la mecha la encendió el incumplimiento del Gobierno de entregar los tradicionales perniles (jamones) de Navidad y Año Nuevo a precios subsidiados. Junto a la hallaca (un tamal de maíz relleno con carne), pollo, aceitunas y uvas pasas, el pernil es el plato estrella de las comidas navideñas en Venezuela. El ingreso mínimo de los venezolanos (salario más bono de alimentación) suma unos 450.000 bolívares (135 dólares), lo que cuesta en la calle kilo y medio de carne de cerdo. En el plan gubernamental de venta de alimentos subsidiados, el kilo cuesta 10.000 bolívares, por lo que si no es entregado por esa vía el plato típico es inalcanzable para muchos venezolanos.

“Tenemos cuatro meses sin recibir las cajas de los CLAP y lo del pernil es un engaño”, declaraba Miriam Brito, de 40 años, durante una de las protestas. Un centenar de vecinos bloqueaba con cuerdas, viejos neumáticos y escombros una avenida en una barriada del centro de la capital. “Queremos la caja y el pernil”, se leía en un cartel de cartón que llevaba otra vecina.

Barrios populares Estas manifestaciones, que reúnen en su mayoría a grupos pequeños, se registran en barrios y distritos de Caracas, así como en varios estados del interior del país, donde se hacen más palpables las dificultades para acceder a comida, medicinas, gas, gasolina y hasta el servicio eléctrico. Si el jueves, decenas de personas salieron a cortar la calle en el oeste de la capital, el miércoles se registraron al menos tres protestas y varios saqueos. En la favela más grande de Latinomérica, Petare, ubicada en el este de Caracas, unas 30 personas pararon el tráfico en una de las vías para acceder al barrio de Bolívar, pues, según una de las manifestantes, Andrea Pacheco, la comunidad lleva tres meses sin agua.

“Tres meses aquí sin agua y nadie hace nada”, lamentaba Pacheco. Esta joven de 24 años criticó a Maduro por promover un mensaje de “Navidades felices” cuando en el país “no hay agua, no hay comida, no hay dinero, no hay nada”. “Esta es la peor Navidad que han podido pasar muchas personas, hasta los niños”, señaló la mujer. Coincidía con ella su vecina, Alicia Palencia, también de 24 años. “Son 24 comunidades (de Petare) que están afectadas por el agua, por la comida, por la basura, por el alumbrado público porque tenemos beneficios del Gobierno. ¿Hasta cuándo tanta injusticia? Para ir a pedir votos sí, pero para resolver los problemas, no”, denunció.

Como la protesta de Petare se han registrado en los últimos días otras más en el país. El martes, en la zona popular de Catia, en el oeste de la capital, otro pequeño grupo de personas salió a protestar y cerrar una de sus avenidas porque este mes el Gobierno no ha entregado bolsas de comida. En esta misma zona se han registrado también protestas en la última semana por la acumulación de basura. En el interior del país, mientras, en estados como Trujillo (oeste), también hubo manifestaciones por la falta de gas en los hogares.

¿Y La oposición? La opositora Unidad Democrática hizo ayer autocrítica con un comunicado de balance de 2017 en el que reconoce no haber “sabido acompañar en las últimas semanas el sufrimiento” de los venezolanos. “No hemos sabido acompañar en las últimas semanas, de la forma amplia y contundente que se merecía, el sufrimiento de un pueblo que ve mermar aceleradamente sus ya difíciles condiciones de vida”, se lee en el comunicado de la Unidad, que califica esa ausencia de “grave falla”.

Esta coalición se llamaba hasta ahora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) y ha comenzado a denominarse Unidad Democrática tras la salida de algunos partidos pequeños por su disconformidad con el diálogo iniciado con el Gobierno de Nicolás Maduro. Según la Unidad, “nunca antes en su historia republicana, Venezuela había tenido un final de año tan triste y doloroso, y un comienzo de otro tan difícil y peligrosamente incierto”.

Venezuela. El presidente Nicolás Maduro acusó a Portugal de sabotear la importación de jamones, lo que le impidió a su Gobierno cumplir con la promesa de repartir entre el pueblo este alimento tradicional de Navidad. “¿Pero qué pasó con el pernil? Nos sabotearon. Puedo decirlo de un país, Portugal. Estaba listo, porque nosotros compramos todo el pernil que había en Venezuela. Todo lo compramos. Pero teníamos que importar y así di la orden y firmé los pagos. Pero nos persiguieron las cuentas bancarias”, justificó Maduro en una intervención televisada.

Portugal. Sin embargo, la empresa productora de alimentos de Portugal, Raporal, aseguró que Venezuela no había recibido los cargamentos de perniles que había solicitado por falta de pago. De acuerdo con un comunicado que la empresa envió a Diário de Noticias, Venezuela aún debe a la empresa alrededor de 40 millones de euros por solicitudes anteriores. Según esta explicación, Maduro compró 14.000 toneladas de carne en 2016 por 63,5 millones de euros a un grupo de empresas portuguesas, entre ellas Raporal, de los cuales todavía debe 40 millones.