Londres - Finalmente se consiguió el consenso y Londres y Bruselas firmaron la primera parte del divorcio. Como si de una pareja que decide tomar caminos separados se tratase, muchos no confiaban en que la primera ministra británica, Theresa May, consiguiese un divorcio amistoso con el bloque de los 27, pero al menos ayer logró un gran avance y reforzó su liderazgo con la firma de los tres primeros puntos del acuerdo. Tras una semana de duras negociaciones de May con sus aliados de Irlanda del Norte -el lunes fracasaron las negociaciones por el rechazo de los unionistas del Partido Democrático de Irlanda del Norte (DUP)-, al final Bruselas no tuvo que esperar hasta que terminase el ultimátum que había dado la Comisión Europea para que Londres firmase un texto. En el acuerdo se hace referencia a que el Reino Unido mantendrá el régimen regulador de Irlanda del Norte en “plena alineación” con la legislación de la UE y, además, Londres estará comprometido con una “economía de toda la isla”, un punto que incluye que Belfast cumpla con las normas del mercado único de la UE y la unión aduanera. May admitió que el acuerdo era resultado de “dar y recibir” por ambas partes. De hecho, la líder conservadora manifestó que había llegado solo después de una “negociación difícil”, pero puntualizó que ambas partes habían mostrado una “voluntad de compromiso”.
Tras tres semanas de difíciles negociaciones, la líder británica recalcó que el acuerdo honraría las obligaciones financieras de Reino Unido con la UE y garantizaría el derecho de los ciudadanos de la UE a “seguir viviendo sus vidas como antes”. El siguiente paso es que los líderes del resto de países de la UE den luz verde al acuerdo, en su reunión del 14 y 15 de diciembre, y haya consenso de todos de que el acuerdo representa un “progreso suficiente” para comenzar la segunda fase de las negociaciones.
Los que quizás más han cedido en esta negociación son los acérrimos defensores del Brexit dentro de su propio partido, que terminaron aceptando que los jueces europeos continúen con su papel en defensa de los derechos de los ciudadanos de la UE y una garantía de que los cuatro millones de ciudadanos europeos que residen en la isla tengan garantizados unos derechos especiales. Pero en el documento no hay mención específica a la factura del divorcio, que rondaría los 35.000 millones de libras (unos 40.000 millones de euros).
Reacciones May viajó de madrugada a Bruselas para una reunión a primera hora de la jornada con el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker. Firmaron el llamado “informe de progreso” de 15 páginas que permitirá a los negociadores de la UE la apertura de una segunda fase de las conversaciones, que están centradas en temas comerciales.
Pese a la buena noticia, la UE dejó a claro May que no comenzará a discutir los términos de una relación comercial con el Reino Unido hasta febrero como muy pronto y, para ello, la primera ministra tendrá primero que encontrar consenso dentro de su gabinete dividido y tener una visión acordada de lo que quiere para el país en el futuro. La postura de Bruselas es que Reino Unido “no ha sido particularmente específica” en lo que quiere de la próxima fase y que Londres simplemente se ha limitado a “establecer una serie de líneas rojas”, pero la UE cree que hay una serie de contradicciones internas, que no les parecen del todo realistas.
“Todos sabemos que una separación es difícil, pero romper y construir una nueva relación es más difícil aún”, dijo Donald Tusk, el presidente del Consejo Europeo. “El desafío más difícil aún está por delante”, dejó claro. Mientras que el principal negociador de Brexit de la UE, Michel Barnier, cree que la isla apuesta por un acuerdo comercial al estilo canadiense con el bloque, un acuerdo enfocado principalmente en bienes en lugar de servicios.
Dos figuras que parecían que fuera imposible que apoyasen abiertamente a May hicieron lo propio para sorpresa de muchos. Por un lado, el siempre polémico ministro de Asuntos Exteriores, Boris Johnson, felicitó a su jefa por su “determinación” para alcanzar el acuerdo, mientras que el encargado del Departamento del Brexit, David Davis, lo calificó como un “gran paso”. Otro que cerró filas para defender a la líder conservadora fue Michael Gove, acérrimo defensor del Brexit, quien describió lo sucedido como un “importante logro personal para la primera ministra”. En el caso del ministro de Economía, Philip Hammond, calificó el pacto de “positivo” para abordar la futura relación comercial con la UE, que beneficie “los empleos” y “a las empresas”. Más crítico fue el exlíder del euroescéptico partido UKIP, Nigel Farage, quien ironizó diciendo que estábamos ante una buena noticia para May porque “ahora puede pasar a la próxima fase de la humillación”.