París - El presidente de Francia, Emmanuel Macron, recibió ayer al primer ministro dimisionario libanés, Saad Hariri, con todos los honores de su todavía cargo para rebajar la tensión en el Líbano, país al que regresará en los próximos días para aclarar su futuro político.
Su encuentro en el Palacio del Elíseo, primero cara a cara y posteriormente acompañados de sus familias, buscaba por parte de Francia contribuir a apaciguar la crisis desatada en ese país desde que Hariri anunciara el pasado día 4 desde Arabia Saudí que abandonaba el cargo.
Para el Ejecutivo de Macron, el Líbano, antiguo protectorado francés en Oriente Medio, es clave para la estabilidad de la región, atenazada por la guerra de Siria y por la rivalidad entre Irán y Arabia Saudí. De ahí su intención de facilitar el regreso de Hariri a su país, pese a que desde el principio este ha negado que estuviera retenido en Arabia Saudí en contra de su voluntad, y de conseguir un funcionamiento normal de las instituciones libanesas.
No era una invitación al exilio, y, en su primera comparecencia pública desde su dimisión, Hariri dejó claro que pretende volver “en los próximos días” y estar presente en la celebración el día 22 de la fiesta de la independencia nacional. “Allí haré saber mi postura sobre todos los temas tras reunirme con el presidente de la República, el general Michel Aoun”, dijo al término de su reunión y de una comida que, según el Elíseo, fue amistosa y familiar. - Marta Grande