ALEPO. El escenario es desolador en la parte oriental de esta localidad, la mayor de norte de Siria, donde hay distritos enteros arrasados por los bombardeos y disparos de artillería del año pasado.

El 15 de noviembre de 2016 las fuerzas armadas sirias comenzaron una operación para retomar la mitad este de la población, dominada por facciones rebeldes e islámicas desde julio de 2012.

La ofensiva duró un mes y se saldó con un acuerdo entre ambas partes para la salida de la localidad de los insurgentes y los civiles que lo desearan.

En el que fuera uno de los últimos reductos rebeldes de Alepo, el distrito de Al Ansari, los pocos habitantes que han regresado a sus casas intentan reanudar la rutina pese a que resulta complicado en medio de tanta devastación.

En el barrio se intercalan escombros de edificios con otros a medio derruir o sin la fachada, aunque esto no impide que poco a poco la vida haya regresado en el último año a esta zona, una de las más pobres del este de Alepo.

Mahmud Abu Said, de 50 años, acaba de reabrir su tienda de jabones artesanales y de semillas de sésamo hace una semana.

"La situación es mucho mejor que antes. Además, esta es nuestra tienda, aunque llevo mucho tiempo fuera del barrio al final hay que volver si tienes un comercio", dijo Abu Said, en declaraciones a Efe, mientras rellena un saco con semillas de sésamo.

Antes de regresar a su vivienda en Al Ansari, Abu Said y su familia llevaban fuera del distrito cinco años en otras partes de Alepo, como el distrito de Azamiya.

"Aquí la gente está volviendo porque los alquileres son más baratos que en Al Azamiya, además hemos abierto la tienda porque vemos que nuestros clientes están regresando", señaló el comerciante, que ha tenido que hacer algunos arreglos en su casa que había sufrido destrozos. En otro punto de Al Ansari, tres amigos, Abdelqader, Omar y Hosam, caminan juntos.

Son voluntarios del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU, que se encargan de repartir comida y otros productos de primera necesidad en el este de la ciudad.

Los barrios de "Al Sukari y Al Ansari han sido los que han sufrido destrozos mayores y los que tiene más necesidades, además, la gente es más pobre", indicó a Efe Hosam. En su opinión, todo volverá a como estaba antes del conflicto pero "necesitará tiempo".

Para estos voluntarios, si hay una necesidad en esta área que se impone al resto es "la reconstrucción de los edificios".

Pese a que Al Ansari y el vecino barrio de Al Sukari continúan siendo pasto de la destrucción, se ven vecinos por estos dos barrios, sobre todo, mujeres y algún que otro comercio está abierto. Además, calles que hace un año estaban intransitables ahora están limpias de escombros y se puede caminar con ellas.

Ahmed es un jubilado de 73 años y de origen palestino que se dirige a Al Sukari para comprobar el estado de la casa de su hija, que están siendo rehabilitada, aunque él reside en Bustan al Qasr, el barrio que servía de frontera entre las áreas bajo el control del ejército de las que estaban en poder de los insurgentes.

"Antes de la liberación (del ejército), nos desplazamos a Hamdania, luego al campo de Neirab de refugiados palestinos, como soy palestino fui allí con mi familia", relató Ahmed, quien regresó a su casa en Bustan al Qasr una semana después de que las fuerzas armadas recuperaran el dominio total de Alepo a finales de diciembre.

Ahmed rememoró que durante mucho tiempo estuvieron sin agua, electricidad y que los cohetes caían prácticamente sobre sus cabezas.

Ahora "hay combustible y los precios han bajado a la mitad, sobre todo los de los productos básicos, como las verduras y otros, ha habido un gran cambio en el último año", afirmó.