Erbil - La salida de Masud Barzani al frente del Gobierno kurdo, tras doce años en el poder, y la reciente muerte del otro gran protagonista de la política kurda de las últimas décadas, el expresidente de Irak Yalal Talabani, marcan el final de una época en el Kurdistán iraquí. Barzani, líder del Partido Democrático del Kurdistán (PDK), y Talabani, que fundó y dirigió la Unión Patriótica (PUK) hasta su muerte el pasado 3 de octubre, han llevado las riendas del Kurdistán durante los últimos 50 años. Los dos antiguos peshmergas (los que se enfrentan a la muerte en kurdo), curtidos como guerrilleros luchando contra la brutalidad del régimen de Sadam Husein, se repartieron el poder durante años, aunque también protagonizaron violentos enfrentamientos. Hijo del histórico líder kurdo Mustafá Barzani, que se rebeló contra los ingleses y lideró la efímera República de Mahabad, la única experiencia independentista que llegó a culminar en un Estado kurdo (1946-47), Masud es un miembro privilegiado de la más poderosa tribu kurda.
El clan de los Barzani domina, desde la década de 1940 del siglo pasado, todos los resortes de la política y buena parte de la vida económica de la región gracias sobre todo al liderazgo de su padre, al que sustituyó al frente del PDK en 1979. Desde entonces, la vida política de Barzani ha estado íntimamente ligada a la de Talabani, uno de los hombres de confianza de su padre que se escindió del PDK para fundar en 1975 una formación más progresista y menos tribal, la UPK.
En la década de 1980, ambos se centraron en la lucha armada contra la sanguinaria dictadura de Sadam y su brutal campaña de genocidio contra los kurdos con armas químicas, hasta la creación de una zona de exclusión aérea tras la guerra del Golfo, en 1991, que les libró de las tropas iraquíes. Las fuertes diferencias entre ellos, siempre patentes, llevaron en los 90 a una guerra civil con miles de muertos que terminó en 1998, con los Acuerdos de Paz de Washington, que dividieron el Kurdistán en dos zonas de influencia: el noroeste para el PDK y el sureste para la UPK.
Gobierno unificado Tras establecer un gobierno unificado después de la invasión de Irak, Barzani se quedó al frente de la presidencia kurda, mientras que Talabani fue elegido para la iraquí, en la que permaneció desde 2005 hasta 2014, cuando, a los 80 años, su salud ya se había deteriorado. Desde entonces, tras pasar temporadas en tratamiento médico en Alemania, quedó claro que su liderazgo sería difícil de reemplazar al frente de la UPK, sumida en fuertes divisiones internas.
Barzani, a sus 71 años, ha liderado desde 2014 una nueva lucha de los peshmergas, en esta ocasión contra el grupo terrorista Estado Islámico (EI), al que han logrado derrotar junto al Ejército iraquí y la coalición internacional que dirige Estados Unidos, su tradicional aliado. En ese contexto, Barzani convocó el pasado 25 de septiembre un referéndum de independencia que le ha costado el cargo y la pérdida de más de un 30% de su territorio, incluida la emblemática y petrolera Kirkuk, que los peshmergas habían arrebatado al EI, que a su vez se la había arrebatado a Irak.
En una rápida ofensiva militar, el Ejército iraquí y las milicias chiíes progubernamentales recuperaron hace menos de dos semanas esos territorios, pero han ido mas allá y, con el apoyo de los vecinos iraníes y turcos, reclaman el control de los pasos fronterizos y aeropuertos del Kurdistán iraquí, independiente de facto desde 1991