Londres - La primera ministra británica, Theresa May, aseguró ayer que hará frente a cualquier complot para derrocarla, después de una semana en la que se ha cuestionado su liderazgo desde el Partido Conservador.
En una entrevista con The Sunday Times, la líder tory indicó que “no rehuirá el desafío” que podrían plantear los críticos de su gestión, al tiempo que dejó entrever que podría reformar en las próximas semanas su Gobierno para eliminar a los supuestos conspiradores.
Entre estos figura supuestamente el ministro de Asuntos Exteriores, Boris Johnson, a quien May podría destinar a un Ministerio menor, a pesar de que en los últimos días ha pedido públicamente que se apoye a la premier.
Según The Sunday Times, la dirigente conservadora tiene previsto reformar su Ejecutivo después de la próxima reunión del Consejo Europeo (19 y 20 de octubre) y rebajar el peso del jefe de la diplomacia británica. “Nunca he rehuido un desafío. Ese es mi estilo y no voy a cambiarlo ahora. Soy la primera ministra y mi trabajo me obliga a tener siempre a los mejores en mi gabinete, a aprovechar al máximo el gran talento disponible en mi partido”, dijo May al ser preguntada por el futuro de Johnson.
“transición ordenada” Este medio indicó que tres ministros abordaron el pasado jueves la posibilidad de forzar la dimisión de la premier antes de las próximas navidades, mientras que otros miembros del Gobierno quieren una “transición ordenada”. Asimismo, en torno a la mitad del Ejecutivo quiere deje el poder durante los próximos dos años, agregó el dominical.
En este clima de tensión, el expresidente honorario del Partido Conservador Grant Shapps reveló el viernes que una treintena de diputados quiere echar del cargo a May, aunque para lanzar una moción de confianza contra ella se requiere las firmas de un 15% del grupo parlamentario, lo que actualmente se cifraría en 48 diputados.
Estos parlamentarios críticos consideran que la líder tory carece de credibilidad y autoridad tras perder la mayoría absoluta en las elecciones generales del 8 de junio, que ella mismo convocó precisamente con el fin de afianzar su mandato.
En la entrevista con The Sunday Times, la primera desde el accidentado discurso pronunciado el pasado miércoles en la conferencia anual de los tories, May negó que llorara después y criticó la imagen que algunos medios proyectan de ella. “Un día los periodistas me acusan de estar hecha de hielo o de ser un robot y otro dicen que soy una mujer llorona que necesita una buena noche de sueño reparador”, dijo May, quien confesó que, “como todo el mundo”, puede “sufrir”, pero recalcó que es “muy resistente”.
A pesar del apoyo mostrado por pesos pesados del partido, entre ellos Johnson, las dudas sobre la estabilidad de su Ejecutivo se han acrecentado después de aquel discurso, en el cual debía hacer una muestra de autoridad. En esa alocución se quedó afónica tras varios ataques de tos, un bromista le notificó el despido y se cayeron las letras del mensaje electoral que tenía detrás.
Muchos esperaban que Boris Johnson liderara el complot para derribar a su jefa, pero él insistió el sábado en respaldar a la premier y pidió a sus colegas que se centrasen en hablar de política, que parece olvidada en la agenda conservadora. Por el contrario, George Osborne, extitular de Economía y Hacienda y despedido de manera fulminante por May, parece no perdonar a la líder y querer pagarle con la misma moneda. Atacándola a menudo desde el Evening Standard, sugiere que ahora May solo tiene tres opciones: dimitir inmediatamente, ser derribada hasta que le sea imposible gobernar o anunciar cuándo se apartará del Gobierno. - Efe