Berlín - La canciller alemana, Angela Merkel, se comprometió ayer a luchar por reconquistar el electorado perdido a favor de la ultraderecha y a buscar socios para lograr un gobierno estable, en medio de las presiones desde sus filas para girar hacia posiciones más derechistas.
La Unión Cristianodemócrata y su hermanada Unión Socialcristiana de Baviera (CDU/CSU) ganaron por sobrada diferencia las elecciones generales del domingo en Alemania y recibieron así “el claro encargo” del votante, según la canciller, para encabezar el próximo gobierno.
El resultado obtenido -un 33%, 8,5 puntos menos que cuatro años atrás y el segundo porcentaje más bajo de su historia- no es sin embargo “el que hubiéramos deseado”, admitió desde la sede de su CDU.
Su directo perseguidor, el Partido Socialdemócrata (SPD) de Martin Schulz, se hundió al 20,5%, su récord histórico a la baja, mientras que el tercero, la ultraderecha de Alternativa para Alemania (AfD), obtuvo un 12,6 %. Merkel volvió a ser imbatible, pero el bloque formado por CDU/CSU perdió alrededor de 1,3 millones de votantes en dirección al Partido Liberal (FDP) -que tras una legislatura sin escaños regresará al Bundestag con un 10,7%- y otro millón que se fue a AfD.
“Nos proponemos especialmente recuperar a los votantes que se fueron hacia AfD. Lo haremos a través de una buena política, destinada a atajar los problemas de la gente”, afirmó la canciller, quien rechazó que ello implique dar un giro a la derecha.
Nervios en la CSU de Baviera En CSU de Baviera hubo ya en la noche electoral reacciones nerviosas, ya que el partido quedó por debajo del 40% en ese Land conservador y su cabeza de lista, Joachim Hermann, reclamó “cerrar el espacio abierto” por la derecha. “Hemos entendido el mensaje. No podemos seguir como si no hubiera pasado nada”, dijo hoy el jefe de la CSU y del Gobierno bávaro, Horst Seehofer, quien en la pasada legislatura mantuvo a Merkel bajo presión con la exigencia de imponer un límite a la entrada de refugiados.
La canciller no cedió a esa demanda, aunque prometió que no se repetirá la situación de 2015, año en que se precipitó la llegada de solicitantes de asilo a Alemania, país que desde entonces recibió 1,3 millones de peticionarios. Además de redoblarse las presiones del ala más derechista de su bloque, Merkel se ha encontrado con el “no” de Schulz a reeditar la gran coalición, lo que le resta capacidad de maniobra para negociar la siguiente alianza.
Merkel pidió el domingo a su rival socialdemócrata que meditara esa decisión y dejó ayer la puerta abierta al diálogo. Seehofer se mostró asimismo partidario de seguir tanteando esa opción. El objetivo de la canciller es lograr una “mayoría suficiente para tener un Gobierno estable”, pero si el “no” del SPD es irreversible, sólo le queda probar un tripartito con Verdes -con un 8,9 % de los votos- y FDP, una fórmula inédita a escala federal.
Esa constelación responde al exótico nombre de Jamaica porque los colores con que se identifica a esos partidos -negro para la CDU, amarillo para FDP y verde para los ecopacifistas- corresponden a los de la bandera de ese país. Sus líderes, el liberal Christian Lindner y el verde Cem Özdemir, se mostraron ayer dispuestos a intentar forjar el tripartito, aunque destacaron los abismos programáticos existentes en aspectos clave de sus respectivos programas. El líder del FDP, Christian Lindner, se mostró dispuesto a negociar y a asumir responsabilidades y reveló que ya había habido las primeras “llamadas telefónicas”, pero subrayó que su objetivo es “cambiar la dirección de la política” y marcar diferencias. Mientras, los cabezas de lista de Los Verdes, Katrin Göring-Eckardt y Cem Özdemir, aseguraron que se sentarán a hablar con conservadores y liberales con “responsabilidad y seriedad”, pero adelantaron que las negociaciones serán “muy difíciles”.
A las diferencias entre esos dos posibles socios menores -uno identificado con los intereses de la industria y el otro con el ecopacifismo- se suman la antipatía mutua entre los verdes y los conservadores bávaros.
Merkel, quien ha descartado cualquier cooperación con AfD o con La Izquierda -que obtuvo un 9,2%-, tiene que esforzarse en romper el “no” de Schulz o conseguir este tripartito. De no lograrlo, deberá intentar gobernar en minoría -lo que nunca ocurrió en Alemania a escala federal- o convocar nuevas elecciones.
“Los votantes nos han dado un mandato, formar gobierno, y nuestra obligación es ejecutarlo”, zanjó Merkel, preguntada por cómo veía la posibilidad de recurrir de nuevo a las urnas.