Amatrice, localidad del centro de Italia que quedó sepultada bajo los escombros tras el seísmo del 24 de agosto del pasado año, trata de recuperarse y atraer de nuevo al turismo con la apertura de un cine, un centro comercial y un área de restauración. “Creo que ésta será una tierra que sabrá volver a levantarse, aunque necesitará tiempo”, explica a Sergio Pirozzi, el alcalde de este pueblo que estaba considerado entre los más bellos del país.
Hace un año un terremoto de magnitud 6 en la escala de Richter sacudió el centro de Italia y provocó la muerte de 299 personas. Las imágenes de la destrucción de Amatrice dieron la vuelta al mundo, aunque no fue el único municipio de la zona afectado, también sufrieron sustanciales daños otros como Arquata del Tronto o Pescara del Tronto. La tristeza por la pérdida de sus seres queridos y también por el abandono de sus hogares se apoderó durante un tiempo de los vecinos de Amatrice, pero ahora, un año después, la localidad presenta un aspecto diferente y bastante mejorado.
El centro sigue cubierto de escombros, pero el cuerpo de Bomberos trabaja a diario en su retirada y la calle principal, Corso Umberto, está prácticamente despejada. También se han demolido algunas casas que se consideraban peligrosas por la debilidad de sus estructuras y se han quitado las piedras y los restos de cemento en buena parte de la entrada del pueblo.
Mientras los trabajos de limpieza prosiguen en la zona cero, los damnificados han emprendido una nueva vida en las proximidades, en el área considerada fuera de riesgo. El Gobierno italiano ha instalado 36 casas de acero y madera para que puedan vivir algunos de los evacuados, unos hogares equipados con electrodomésticos y mobiliario, con porche exterior y un pequeño jardín. “El grueso de las familias siempre se ha mantenido aquí”, revela Pirozzi, al tiempo que recuerda que hasta el pasado enero permanecían unas 1.000 personas en el municipio de las 2.000 con las que cuenta habitualmente. “Ahora estamos unos 1.400”, asegura.
Además de estas casas provisionales, se ha construido un centro comercial, de madera y cristal, que ha favorecido la apertura de los negocios que funcionaban en el centro de Amatrice antes del seísmo, como una tienda de juguetes, un quiosco, una lavandería o un bar. También se ha inaugurado un cine en el que se organizan dos proyecciones semanales tanto para los vecinos del pueblo como para los turistas. Y entre los atractivos que está logrando más afluencia de visitantes, tanto italianos como extranjeros, destaca el “área del gusto”, un espacio pensado para siete restaurantes. “Por ahora nos va muy bien, viene gente de diversas partes, estamos toda la semana llenos”, subraya Melania, pareja del propietario de uno de estos establecimientos.
Entre los restaurantes que han abierto aquí se encuentra el Restaurante Roma, inaugurado por los dueños del Hotel Roma, el histórico alojamiento que la noche del 24 de agosto contaba con un gran número de turistas, de los cuales muchos perecieron, y que se convirtió en uno de los símbolos de la tragedia en Amatrice. “Esta ha sido una muy buena idea, al menos volvemos a empezar con la amatriciana -el plato estrella de este municipio, una pasta con salsa con tomate y tocino-”, dice a Efe Alessio Buzzi.
Buzzi es el hijo del propietario del restaurante y también uno de los titulares del Hotel Roma. Aquella noche, quedó atrapado entre los escombros del hotel, junto a su mujer, después de que el seísmo le sorprendiera en la cama. “No tuve tiempo de levantarme y me cayó todo encima”, rememora. Permaneció varias horas bajo las ruinas hasta que los equipos de emergencia lograron rescatarlo y le trasladaron a un hospital de L’Aquila, donde estuvo ingresado durante 40 días y donde fue operado de una pierna y tratado de un problema renal. La suya es una historia de superación que ahora culmina con el proyecto de este restaurante que cocina a diario la amatriciana, una especialidad culinaria que el Gobierno italiano quiere que sea considerada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Poco a poco, Amatrice va dando pasos para recobrar la normalidad y garantizar a sus habitantes recuperar sus vidas, mientras esperan a que el pueblo vuelva a ser reconstruido. “Lamentarse no sirve, todos sabemos el dolor que llevamos dentro (...) No nos olvidamos de nuestros seres queridos, pero pensar que puede haber un futuro en esta tierra creo que es indispensable”, concluye el alcalde.